//ARENA y Embajada EE.UU: reacciones hipócritas

ARENA y Embajada EE.UU: reacciones hipócritas

El principal partido de derecha y su patrona, la embajadora estadounidense Jean Manes, han reaccionado hipócritamente ante el anuncio gubernamental sobre el rompimiento de las relaciones diplomáticas con Taiwán y el establecimiento de vínculos con la República Popular China.

ARENA fustigó al Ejecutivo y, atenida a su correlación favorable con los demás partidos conservadores en la Asamblea Legislativa, hasta amenaza con interpelar al Canciller Carlos Castaneda. Como era de esperarse, la ANEP y FUSADES también lamentaron la ruptura de 85 años de “relaciones solidarias con Taiwán” y el inicio de “vínculos inciertos con China”.

Y la señora Manes, todavía peor. Además de que no le compete meterse en los asuntos internos del país, es ridículo que la embajadora pretenda censurar la decisión salvadoreña de hacer algo que Estados Unidos lleva 40 años haciéndolo: mantener vínculos diplomáticos con China.

Volviendo a la postura de ARENA (y las instancias gremiales, oenegeras y mediáticas de la derecha oligárquica), es posible que resienta la retirada de Taiwán por el financiamiento corrupto que recibió cuando era gobierno. Y, como “quien las hace se las imagina”, ahora dice que las relaciones con China serán a cambio de financiamiento electoral para el FMLN.

La hipocresía de la posición arenera se confirma si tomamos en cuenta que las élites empresariales del país apuestan por fortalecer lazos comerciales con China, porque en términos económicos es más beneficiosa que con Taiwán; si ya -por ejemplo- Simán importa productos chinos, Regalado exporta azúcar al gigantesco mercado del país asiático, etc.

Desde una perspectiva seria y franca, una crítica válida a la apertura de relaciones con China es que éstas llegan tarde, demasiado tarde. Entre los cambios inmediatos que se esperaban en 2009 con el primer gobierno del FMLN, estaba la ruptura con Taiwán y la vinculación con China. A estas alturas el gigante asiático quizá habría adquirido parte de la deuda exterior, apoyado la obra social del gobierno, traído inversiones productivas y transferido alguna tecnología.

El gobierno salvadoreño tardó demasiado en incorporarse a la tendencia mundial de fortalecer vínculos con la actual segunda economía del mundo y muy pronto la mayor del planeta, pues su ritmo de crecimiento sugiere que en pocos años va a relegar a Estados Unidos a un segundo plano.

En relación a la embajadora Manes, su berrinche es -sin duda- porque las relaciones chino-salvadoreñas representan un contundente fracaso para su gestión diplomática y una derrota política más para el gobierno de Donald Trump, que ve impávido cómo China termina copando los últimos reductos de lo que el imperio estadounidense consideró siempre como su “patio trasero”.