A 10 años de ocurridos, sus crímenes siguen en la impunidad. Aunque hubo una investigación contra los autores materiales del hecho, quienes planificaron las muertes de la y los ambientalistas sigue sin ser procesados, han reclamado desde las comunidades.

Podcast: Selena Méndez, Radio Victoria/ Texto: Norma Ramírez/ Foto: ADES Santa Marta

Diez años han pasado desde que en diciembre de 2009 fuera asesinada Dora Sorto, quien tenía ocho meses de embarazo; y Ramiro Rivera, ambos parte de las resistencia antiminera en Cabañas.

Meses antes, en junio, también fue asesinado Marcelo Rivera, otro de los mártires de esta férrera defensa emprendida por las comunidades contra los llamados proyectos de muerte.

 A 10 años de ocurridos, sus crímenes siguen en la impunidad. Aunque hubo una investigación contra los autores materiales del hecho, quienes planificaron las muertes de la y los ambientalistas sigue sin ser procesados, han reclamado desde las comunidades.

“Su espíritu quedó intacto, alentándonos y dándonos más y más ánimos para pelear porque se garantice (y respeten) nuestros recursos y nuestras vidas”, dijo Cruz María Veliz, lideresa comunitaria, durante un acto conmemorativo realizado en el cantón Santa Rosa La Maraña, en Sensuntepeque.

“También recordamos que hasta hoy no hemos recibido la necesaria justicia por sus muertes”, agregó Veliz.

Ramiro Rivera fue atacado por sujetos armados cuando salía del Cantón Trinidad, en Sensuntepeque. Lo asesinaron con varios tiros. Esto sucedió el 20 de diciembre de 2009.

Dora Sorta tenía ocho meses de embarazo cuando el 26 de diciembre también fue asesinada. Esto ocurrió tan solo seis días después del crimen de Ramiro.

La Mesa Nacional Frente a la Minería Metálica denunció que los crímenes contra la y los ambientalistas tenía como fin callar sus voces de denunciar contra el proyecto extractivista que intentó instalarse en Cabañas, con la mina El Dorado propiedad de la empresa canadiense Pacific Rim, ahora Oceana Gold.

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