“A los policías se les pasó la mano”. Con esta frase inició la conversación con Salvador, un joven de Soyapango que escogió este nombre ficticio para proteger su identidad. Nos relató paso a paso su detención y traslado hacia un centro de cuarentena, todo un «vía crucis» al que fue sometido, presuntamente, por violar el decreto 14, que en ese entonces seguía vigente. Esta es la primera entrega de crónicas sobre las detenciones en tiempos de cuarentena.
Por: Krissia Girón
Al filo del mediodía del 7 de abril, en casa de Salvador se preparaban para tomar el almuerzo. Pero antes, debían cumplir una misión: Llevarle comida a su tía, una adulta mayor que, en medio del confinamiento obligatorio debido a la emergencia por COVID-19, requiere de ayuda para obtener sus alimentos.
“Ella vive como a 10 pasajes después del mío, pero esas colonias de ‘Soya’ ya sabes como son: 10 pasajes son como dos cuadras, no te tardas ni cinco minutos en ir y venir. Nos pusimos las mascarillas y salimos”, relató.
Camino hacia la casa de su tía fueron interceptados por 3 soldados y 4 policías. “Pese a que había bastante gente en la colonia, directo llegó conmigo”, comenta el joven.
Salvador pide a los policías que dejen a su madre y se lo lleven solo a él, ellos acceden. “En eso un policía me agarró el brazo y me puso las esposas. Ella se puso mal, pidiéndoles a los policías que me soltaran”, detalló.
En este punto, inició una discusión entre el agente que amarró con las esposas al jóven y otros que consideraban esto no era “parte del protocolo”. Al llegar la patrulla que llevaría a Salvador, el policía accedió y retiró las esposas.
“El policía que me puso las esposas le pidió el número de celular a mi mamá, y le dijo que si él le iba a avisar adonde me llevarían o si me iban a sacar. Me llevaron a la Subdelegación de Montes 4 (Montes de San Bartolo 4, Soyapango), me levantaron una ficha y todos me tomaron fotografías, hasta los soldados”, expresó.
Asegura que el agente que lo esposó le pidió la cartera y el celular, “yo le dije que no andaba teléfono y que mi cartera no se la iba a dar porque me la iban a perder, entonces ya no insistió”.
Horas más tarde, Salvador se enteró que ese mismo agente había llamado a su madre para decirle que lo sacarían y para darle “indicaciones”, que luego se convirtieron en insinuaciones, asegura.
“Le dijo que solo estaban esperando a que yo firmara un acta, y que me iban a sacar como a las 11 de la noche y que a esa hora ella se tenía que ir con él para irme a traer. Mi mamá fue a averiguar después a la delegación, nadie sabía nada. Por suerte no hizo caso”, relata.
A la subdelegación llegaron otros 4 detenidos por las mismas razones. Les anuncian que los llevarían a la Villa Centroamericana, en Mejicanos, y los suben a un pickup. “En el camino me di cuenta que no íbamos para la Villa, sino para bartolinas, en Ilopango”, dijo.
En bartolinas habían más de 100 personas junto con él. Todos de zonas populosas: Bosques de Prusia, Las Margaritas, San José, Sierra Morena, Apopa, San Martín, entre otros.
Fueron presentados a la prensa como un logro de la PNC en hacer cumplir el endurecimiento de medidas para quienes violen la cuarentena, como lo ordenó el presidente de la República, Nayib Bukele, en cadena nacional.
En ese lugar le llenan otra ficha y le toman más fotografías. “Fuimos presentados como delincuentes”, lamenta Salvador.
Esta acción irrespeta los llamados de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Hu manos, PDDH, el Instituto de Acceso a la Información Pública y otras instancias que han demandado el cuido de la imagen de la población en general, sobre todo de detenidos, pacientes en hospitales y personas con resultados positivos de COVID-19.
“Luego nos movieron a una cancha de basketball, encerrada con malla ciclón. Ahí nos tuvieron en el sol desde las 3:00 P.M. hasta las 6:00 P.M.”, comenta Salvador, quien asegura que muchas de las personas que estaban con él tenían una justificación para transitar en la calle.
“Varios que iban camino al banco para reclamar el bono de $300 prometido por el gobierno, otros estaban vendiendo, otros, igual que yo, cerca de sus casas comprando alimentos”, dijo
Varios de ellos fueron llevados al Centro de Retiro Nuestra Señora de Montecarmelo, en Ciudad Delgado. Cerca de las 10 de la noche, los colocan a 3 en cada cuarto.
“Las camas estaban polvosas y sin sábanas, tenían heces de ratón, el piso estaba sucio, no nos dieron implementos de limpieza como papel higienico, tampoco habíamos almorzado ni cenado, eran pasadas las 10 de la noche”, relató.
A la media noche llegó el personal de salud para, de nuevo, llenarles una ficha con sus datos e historial médico. “Nos hicieron firmar un papel donde aceptaba que estaré encerrado hasta el 6 de mayo, sin haberme realizado chequeos médicos ni evaluaciones”, denunció.
Al día siguiente, uno de los policías les da indicaciones: Nadie se mueve a más de dos metros de la puerta del cuarto, están prohibidas las fotos sobre todo del lugar o de agentes policiales, prohibidas las videollamadas, no intentos de fuga, la hora de dormir es de 9pm a 5am, cuidado con el lenguaje pandilleril.
“Si alguien incumple las reglas, hay 10 esposas para que duerman amarrados a uno de los pilares de la cabaña, si es una falta menor”, advirtieron.
De ser una falta grave, se abrirá un proceso penal, se decomisarán chips y los romperán.
Estas condiciones de mala alimentación, falta de chequeos médicos, falta de agua potable, entre otros, les llevó a elevar la denuncia a través de redes sociales.
El caso de Salvador tiene dos habeas corpus pendientes de resolución en la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, y denuncias en la PDDH.
Iniciando la semana santa, el presidente de la República, Nayib Bukele, anunció en cadena nacional que daría mano dura a quienes salgan de sus casas en medio de la cuarentena sin justificación. Solo horas después, se registraban alrededor de 300 personas detenidas y una serie de abusos de poder por parte de agentes de seguridad.
Dos días después de ese anuncio, Salvador formaría parte de esas estadísticas.