Por Leonel Herrera
La gran apuesta política del presidente Nayib Bukele es obtener mayoría absoluta en la próxima legislatura, es decir, que en las elecciones del 28 de febrero los partidos Nuevas Ideas y GANA logren 56 diputaciones que constituyen la mayoría calificada. Hace apenas tres años, Bukele decía que el Ejecutivo no debía tener mayoría parlamentaria porque era insano para la democracia y la razón de los males del país era el sometimiento de los diputados al presidente.
Por otro lado, partidos de oposición, con proyecciones demasiado optimistas, creen que el bukelismo ni siquiera alcanzará los 43 diputados y que juntos podrían sumar la mayoría simple. Creen que por la modalidad de cocientes y residuos en el conteo de los votos, el carácter territorial de las elecciones y los errores cometidos por el presidente, se puede evitar la mayoría oficialista.
¿Cuáles son los posibles resultados de las elecciones del próximo domingo, qué escenarios se prevén con tales resultados y cuál es el más conveniente para el país? En este texto presentamos tres posibles desenlaces: el bueno, el malo y el feo.
“El bueno”
Dado el estilo autoritario y la actitud antidemocrática del presidente, lo más conveniente sería que Nuevas Ideas y GANA no lograran si quiera mayoría simple. Un dominio opositor en el Parlamento contribuiría al equilibrio de los pesos y contrapesos, al ejercicio fiscalizador de la Asamblea sobre el Ejecutivo, a frenar abusos de poder presidencial y a generar diálogo, entendimientos y negociación entre gobierno y oposición, como el mismo Bukele dijo en una entrevista televisiva en mayo 2018 cuando era candidato presidencial.
“En nuestro país hemos tenido siempre presidentes con bancada legislativa…”, señaló el entonces candidato Bukele, en el programa “Frente a Frente” de Telecorporación Salvadoreña (TCS). “¿De qué nos ha servido eso?”, se preguntó; “pues para darle cheque en blanco al presidente”, se respondió. En aquella célebre entrevista, el ahora presidente afirmó que este sometimiento histórico de la Asamblea a los designios de Casa Presidencial es el causante de todos los problemas del país: “¿Y qué hemos tenido? Pobreza, desigualdad, exclusión, sistemas de salud y educación paupérrimos, inseguridad, saqueos del Estado, corrupción…”, argumentó.
Estamos de acuerdo con el Bukele de mayo de 2018 que una asamblea equilibrada y una relación de independencia-colaboración entre los poderes legislativo y ejecutivo, sería lo más conveniente para el país. Sin embargo, éste no es el resultado más probable: todos los sondeos, tanto de universidades como de casas encuestadoras, proyectan que Nuevas Ideas y sus aliados podrían fácilmente obtener, al menos, la mayoría simple. Por desgracia, el “resultado bueno” no es tan posible.
“El malo”
Si el oficialismo consigue 43 diputaciones, el mandatario tendrá correlación para echar a andar en los aspectos fundamentales su proyecto político que formalmente no conocemos (porque no existe un plan quinquenal), pero que -por lo actuado por Bukele en estos veinte meses de gobierno- podemos afirmar que no es democrático, ni transparente, ni progresista. Es un proyecto populista, autoritario, neoliberal y -según publicó El Faro- tiene acuerdos con pandillas.
Con este resultado, el gobierno podrá aprobar todas las leyes y decretos que necesite, elegir a los magistrados de la Corte de Cuentas y asegurar la mayor tajada de poder en la Corte Suprema de Justicia.
No tendría el poder total y para lograr mayoría calificada y debería negociar con algún partido de oposición, el más cercano a su perspectiva política, posiblemente ARENA. Pero es un escenario desfavorable para los derechos de la gente y plantea un gran desafío para la ciudadanía, espacio donde finalmente estarían las posibilidades de frenar la antidemocracia y neoliberalismo bukeliano. Este “resultado malo” es, en nuestra opinión, el más probable.
“El feo”
El escenario más catastrófico desde el punto de vista democrático, sería que Bukele y los suyos consigan la soñada mayoría absoluta. Con esto el mandatario tendría correlación para apoderarse del resto del aparato estatal, poner un Fiscal General afín, nombrar magistrados que le obedezcan y echar a andar su proyecto gubernamental sin ningún contrapeso institucional. Bukele, incluso, podría cambiar la Constitución para adecuar el marco institucional del país acorde a sus delirios autoritarios y su sueño dictatorial de perpetuarse en el poder.
Por suerte este “resultado feo”, es difícil de lograr, dado el reparto de las diputaciones. Pero no es imposible, es por ello que Bukele se echó al hombro la campaña de Nuevas Ideas aprovechando su alta popularidad (pidiendo “votar por la N de Nayib” y “diputados que trabajen con el presidente”), gastó más de 5 millones de dólares en propaganda en medios de comunicación y redes sociales (el 75% del total gastado entre todos los partidos) y puso al gobierno en función de la estrategia proselitista de su partido.
En conclusión, el resultado “bueno” y el “feo” son los más difíciles, por desgracia y por dicha. Sin embargo, el “malo” es muy probable, con las implicaciones mencionadas. Pero la población tiene la última palabra y podría haber sorpresas, ojalá en sentido positivo para la vigencia de las reglas democráticas.
Un grupo de organizaciones de la sociedad civil elaboró una “Plataforma por la Defensa de la Democracia y la República” que incluye compromisos referidos a la transparencia, rendición de cuentas, respecto a la institucionalidad, perfil de idoneidad de funcionarios electos por la Asamblea y otros aspectos democráticos. A la propuesta se adhirieron 150 candidatos y candidatas a diputados de diferentes partidos, ninguno de Nuevas Ideas y GANA