Nayib Bukele y Nuevas Ideas (NI) lograron el pasado 28F superar el umbral de la mayoría absoluta en la Asamblea Legislativa, que les permitirá aprobar todo lo que deseen sin necesidad de hacer alianzas, ni siquiera con su principal aliado GANA.
¿Cómo consiguió el mandatario y su partido las 56 diputaciones más que suficientes para aprobar leyes y necesarias para autorizar préstamos, avalar reformas constitucionales y elegir magistrados de la Corte Suprema de Justicia, Fiscal General, Procurador de Derechos Humanos, miembros de la Corte de Cuentas, Procurador General y los integrantes del Consejo Nacional de la Judicatura?
Hay seis aspectos que resultaron claves para que el bukelismo se alzara con un triunfo, que también fue arrasador en alcaldías y el Parlamento Centroamericano.
1. La centralidad de la figura presidencial. NI ancló su estrategia electoral en la popularidad de Bukele: llamó a “votar por la N de Nayib” y a elegir “diputados que trabajen con el presidente”. Muchas personas marcaron la bandera de NI para “votar por Bukele” o por personas que “van a hacer lo que él diga”. El mandatario fue el gran elector, el gane es suyo y de nadie más.
2. El discurso de odio contra “los mismos de siempre”. Bukele y su partido aprovecharon a más no poder el descrédito de la oposición y apostaron por exacerbar al extremo el desencanto, la frustración, el resentimiento, el enojo y el rechazo popular hacia los partidos y políticos tradicionales. La gente votó por NI para “sacar a los diputados corruptos” de los otros partidos.
3. La falaz narrativa de fraude. Para asegurar una alta votación, Bukele y compañía alertaron sobre un supuesto fraude: la frase “voto masiva mata fraude” fue para que la población acudiera masivamente a las urnas. Aunque, al final, fue más determinante la baja votación de los partidos opositores, que el “voto masivo” del bukelismo.
4. El gobierno en función proselitista. El presidente puso a disposición de la campaña de NI cuantiosos recursos, estructuras logísticas, el aparato comunicacional, la publicidad y los programas gubernamentales. Un rol fundamental jugó la entrega de paquetes alimenticios: mucha gente “agradeció” al presidente votando por su partido.
5. La campaña de saturación . El mensaje sencillo, fácil y simple de la campaña bukelista fue omnipresente en medios tradicionales, redes sociales y espacios públicos. Según la organización Acción Ciudadana, NI gastó casi 9 millones de dólares en difusión de propaganda, monto que representa el 71% del total invertido por todos los partidos y candidatos.
6. La violación sistemática de la ley electoral. Las reglas del Código Electoral y las disposiciones constitucionales referidas a procesos electorales presentaban un obstáculo para los objetivos de la campaña de Bukele y NI, por tanto decidieron violarlas: incumplieron los plazos para hacer campaña, la prohibición de valerse de cargos públicos para favorecer a partidos o candidatos y hasta el silencio electoral el propio día de las elecciones.
Con estas estrategias, el presidente Bukele logró consumar el “golpe democrático” que anunció el 9 de febrero de 2020, durante la toma militar del palacio legislativo. En aquella aciaga ocasión, declaró que -a pesar de “tener el control”- prefería “ser paciente”, “no apretar el botón” y esperar las elecciones para “sacar a los diputados sinvergüenzas y corruptos”.
Visto así, el “golpe democrático” de Bukele dista mucho de ser democrático, aunque el resultado es “legal” y sea “la voluntad del pueblo”.