Confirmado el arrasador triunfo de la candidata opositora Xiomara Castro en las elecciones presidenciales del pasado domingo en Honduras, es oportuno reflexionar sobre contra qué más votó la mayoría del electorado del hermano país y relacionarlo con la situación de El Salvador.
Ya dijimos -en nuestro editorial anterior- que el pueblo hondureño votó contra las ciudades privadas que en Honduras se llaman ZEDE (Zonas de Desarrollo Empleo y Desarrollo Económico) y que en El Salvador la primera de ellas se llamaría “Bitcoin City”, según anunció el presidente Nayib Bukele hace un par de semanas en una evento de promoción del Bitcoin.
En estos territorios privatizados las empresas no pagan ningún tipo de impuestos, violentan los derechos laborales, contaminan el ambiente y actúan impunemente porque el Estado renuncia a su control, competencias y autoridad. Por eso en Honduras Xiomara Castro prometió eliminarlas y más del 54% de los votantes la respaldó en las urnas.
Ahora veamos algo más contra lo que votó el pueblo hondureño y que también deberíamos rechazar en El Salvador: el autoritarismo. El gobierno de Juan Orlando Hernández se reeligió en 2017 violando la Constitución y mediante un escandaloso fraude electoral perpetrado por un tribunal electoral controlado por él.
Hernández también controla la Asamblea Legislativa y la Corte Suprema de Justicia, poder que ha utilizado para aprobar leyes a su favor, cometer actos de corrupción, violentar derechos humanos y perseguir a sus críticos. El gobernante hondureño también está señalado de vínculos con el narcotráfico, actividad criminal por la cual uno de sus hermanos fue condenado en Estados Unidos.
En El Salvador el presidente Nayib Bukele controla, igual que Hernández, la Asamblea Legislativa, la Corte Suprema de Justicia, la Fiscalía y el Tribunal Supremo Electoral; y se comporta igual o más antidemocrático e intransparente que su par hondureño. Bukele, igual que Hernández, también podría reelegirse en las próximas elecciones, pues la Sala Constitucional impuesta por él ya lo autorizó.
Hernández cerró la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCICH) cuando ésta quiso investigar la corrupción de su gobiernos y Bukele hizo lo mismo con la Comisión Internacional contra la Impunidad en El Salvador (CICIES) cuando ésta presentó 12 casos de irregularidades en el uso de fondos públicos durante la pandemia y asistió a la Fiscalía en la investigación de otros 25 casos.
Así que, además de votar contra el neoliberalismo y las ZEDE, el pueblo hondureño también votó contra el autoritarismo y la antidemocracia de Juan Orlando Hernández. Ojalá que el pueblo salvadoreño pronto también se revele contra el proyecto ultra neoliberal de Nayib Bukele y sus pretensiones dictatoriales, porque de no ser así estaremos iniciando la oscura pesadilla que las y los hermanos hondureños han decido terminar.