//«Las heridas no se cierran tan fácil», dice sobreviviente de masacre de El Calabozo

«Las heridas no se cierran tan fácil», dice sobreviviente de masacre de El Calabozo

La familia Bonilla Realageño recibió las osamentas de seis de sus integrantes, asesinados en 1982, durante la masacre de El Calabozo. Este crimen fue perpetrado por el ejército como parte del operativo «Mario Azenón Palma», dirigido por Domingo Monterrosa y Sigifredo Ochoa Pérez.

Por Norma Ramírez/Foto: Referencia

“Para mí es triste. Les vamos a dar tierra ahora que los encontramos, aunque sea los huesitos vamos a recoger”, dijo doña María Berta Realegeño Bonilla, una mujer cuya mirada refleja tristeza.

Su voz se quiebra al recordar a sus padres, “usted sabe que uno de hijo como no va a recordar a sus padres, porque ellos han sido quienes lo criaron a uno, y ahora no tenerlos”, dijo conteniendo las lágrimas.

Ella es una de las pocas sobrevivientes de la masacre de El Calabozo, hecho sucedido en agosto de 1982, en San Esteban Catarina, en el departamento de San Vicente. Apenas tenía 22 años cuando ocurrieron los hechos.

Este jueves 23 de enero, Berta recibió las osamentas de seis de sus seres queridos, asesinados durante la masacre de El Calazobo. Junto a ella, también llegaron hasta la sede de Medicina Legal en San Salvador, Juana Realageño y otros familiares.

Las osamentas fueron entregadas a la familia en pequeños ataúdes.

Con un tono de voz bajo y expresión nostálgica, doña Juana expresó “los extraño mucho, mucho”, al preguntarle sobre cómo recuerda a sus familiares.

Fueron seis parientes de Juana y Berta quienes murieron, asesinados por el ejército en 1982. Su madre, su padre, dos hermanos (una de 18 y otro de 10 años) y su cuñada.

Esta fue una de las peores masacres ocurridas durante la guerra civil, dijo el abogado de la Fundación Cristosal y representante de las víctimas, David Morales.

La masacre de El Calabozo fue parte del operativo «Mario Azenón Palma», dirigido por los coroneles del ejército Domingo Monterrosa y Sigifredo Ochoa Pérez. Este crimen trató de ocultarse por los victimarios, explicó David Morales. “Quienes masacraron dejaron los cuerpos bajo fuertes lluvias, los quemaron con químicos para destruirles”, detalló.

Los llamados «operativos de contrainsurgencia» fueron ejecutados por el ejército, supuestamente, en territorios de la guerrilla. Sin embargo, las víctimas reales fueron cientos de familias inocentes.

Por la masacre de El Calabozo, en noviembre de 2016 la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, ordenó que se reabriera el caso y, desde entonces, el Juzgado de Primera Instancia de San Vicente ventila el proceso penal.

En febrero de 2018, la Fiscalía General de la República (FGR) y el Juzgado retomaron el proceso de investigación del crimen. En noviembre de ese mismo año, se ordenó la exhumación de restos óseos en una fosa secundaria, cercana al río Amatitán. Ahí se localizaron las osamentas de las y los integrantes de la familia Bonilla Realageño.

“Para las víctimas tiene un gran significado, porque se va a cerrar un duelo. Darle digna sepultura a sus víctimas les da salud”, dijo Carolina Constanza, directora del Centro para la Defensa de los Derechos Humanos (CPDH) Madelaine Lagadec, organización que ha acompañado a las víctimas.

En mayo de 2018, el Relator de Naciones Unidas sobre Verdad, Justicia, Reparación y Garantías de no Repetición, Fabian Savioli, conversó con familiares de víctimas y sobrevivientes de la masacre, quienes le entregaron un informe sobre el caso. El especialista dijo que «el lugar es emblemático», porque es «donde se dio una de las masacres más terribles del país».

Foto: Radio Izcanal

“No existe compromiso con la verdad”

Sobre la discusión de la ley de reconciliación nacional, que realiza la Asamblea Legislativa, el abogado de Cristosal, David Morales, señaló que las y los diputados están obligados a cumplir con la sentencia de la Sala de lo Constitucional, de la Corte Suprema de Justicia que en 2016 declaró inconstitucional la Ley de Amnistía de 1993.

“Señores diputados, señores políticos piensen en las víctimas. Atiendan la sentencia, basta de llamar ley de reconciliación a una amnistía disfrazada, a una nueva ley de impunidad”, enfatizó el también exprocurador de Derechos Humanos.

Si bien la entrega de las osamentas es parte del proceso de reparación a las familias que perdieron a sus seres queridos durante las múltiples masacres de la guerra, esto no cierra las heridas, dijo doña Berta.

Declaraciones de doña Berta Realageño

“Las heridas no se cierran tan fácil, el que pierde su familia no se siente bien”.

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