//#EspecialJesuitas| “Me han dado la orden de eliminar a Ellacuría”

#EspecialJesuitas| “Me han dado la orden de eliminar a Ellacuría”

El ex teniente Yushsy René Mendoza señaló al alto mando militar de ordenar el asesinato del padre Ignacio Ellacuría, de “no dejar testigos” sobre este hecho, de manipular la investigación posterior y de la destrucción de archivos que contenían cualquier tipo de evidencia. Mendoza afirma que los hechos contaron con la aprobación del entonces presidente de la República, Alfredo Cristiani, quien conocía del operativo. En esta primera entrega del #EspecialJesuitas, presentamos un relato de su declaración brindada a la Audiencia Nacional española, este miércoles.

Por: Krissia Girón / Foto: Reuters

Yushsy René Mendoza fue jefe de sección de la Escuela Militar y pasó de ser imputado a testigo clave en el juicio por la masacre de los padres Jesuitas de la UCA, desarrollado en España. Vía videollamada, respondió a las preguntas de la fiscalía Española, la querella y la defensa. Ahí, relato a detalle los momentos previos y posteriores a este crimen por el que El Salvador sigue en deuda de justicia y verdad, junto a cientos de otros cometidos durante la pasada guerra civil.

¿De dónde vino la orden de eliminar a Ellacuría?

En el contexto de la ofensiva final “Hasta el tope y punto: Febe Elizabeth Velazquez vive”, ejecutada por la guerrilla del FMLN el 11 de noviembre de 1989, el teniente Yushsy René Mendoza recuerda que el día 13 de ese mes se conformó un comando de seguridad que protegería todo el complejo militar en los alrededores del Estado Mayor. Ante las preguntas de la Fiscalía española, Mendoza detalla que este comando estuvo a cargo del coronel Guillermo Benavides, director de la Escuela Militar, y que sería integrado por tropas del ejército que no tenían compromiso en ese momento.

A este comando se integra una unidad del Batallón Atlacatl, que hasta ese momento estaba bajo el mando del conjunto 3 del Estado mayor, según su testimonio.

“En cierta forma me causó extrañeza por el hecho de que esta era una misión de seguridad fija la que iban a tener y esta unidad era de las mejores que tenía el Ejército. El coronel Benavides, como jefe del comando de seguridad, tenía el mando de esta unidad operativa”, expresó.

Mendoza recuerda lo que escuchó sobre el cateo realizado en las instalaciones de la UCA por parte del Ejército el 13 de noviembre, tres días antes de la masacre. “Ese día en la noche hubo un problema de un hostigamiento en la residencia presidencial, que estaba cerca o dentro del perímetro encargado al comando de seguridad y necesitaban utilizar esta unidad del Batallón Atlacatl, pero no estaba a la disposición porque se encontraban hasta esa hora de la noche realizando el cateo, fue lo que yo escuché en las reuniones”,dijo.

Esta acción no era normal, expresó. “Mencionaron que habían hostigamientos o disparos desde el campus de la universidad hacia la colonia Arce, que es donde vivían la mayoría de militares, que queda justo al frente del campus de la UCA. Por eso dijeron que era necesario efectuar un cateo, porque tenían sospechas de que habían guerrilleros dentro del campus”, sostuvo.

En su declaración, Mendoza afirma que en ese entonces había una campaña desde los medios oficiales contra lo que representaba el padre Ellacuría, en específico desde Radio Cuscatlán, la cual dependía del Estado Mayor y a la que catalogó como “una radio ideológica que promocionaba la causa de la Fuerza Armada”.

“Yo no escuchaba frecuentemente la radio, pero sí me enteré que ahí llamaba gente para pedir la muerte de Ellacuría, para pedir la muerte de los sindicalistas, para pedirle a la FAES que tomara acciones más fuertes y más radicales. La radio los ponía al aire”, dijo.

Benavides iba frecuentemente a reuniones al Estado Mayor. Ahí recibía instrucciones y analizaban la situación del país, junto con el General René Emilio Ponce, jefe del Estado Mayor, General Gilberto Rubio, subjefe del Estado Mayor, el jefe del conjunto 3 de Operaciones del Estado Mayor, Coronel Cerna Flores, otros jefes de conjunto y miembros del Alto Mando, que incluían al ministro de Defensa, Rafael Humberto Larios, y el viceministro de Seguridad, el Cnel. Inocente Montano, el único imputado en el juicio en España.

El 15 de noviembre, Benavides salió de una de esas reuniones en el Estado Mayor, con el Alto Mando y todos los comandantes que se encontraban en defensa de San Salvador. Ahí, les informaron que el FMLN se había posicionado muy bien en el transcurso de la ofensiva, lo que significaba una situación crítica para el ejército.

Por la noche, Benavides reúne a todos los oficiales de la Escuela, incluyendo a Mendoza, e informa que la cúpula militar decidió tomar “medidas drásticas”, entre estas, el uso más agresivo de los Batallones de Infantería, el uso de artillería, uso de la Fuerza Aérea y eliminar a “todos los cabecillas guerrilleros o sindicalistas que estaban en las zonas de responsabilidad de los comandantes, que en ese momento estaban en esa reunión”, relata Mendoza.

Ante la pregunta de la fiscal sobre si Ellacuría se encontraba en el listado de cabecillas guerrilleros, Mendoza responde sí y lo confirma repitiendo la frase que Benavides les dijo en esa reunión previa: “Me han dado la orden de proceder a eliminar a Ellacuría”.

“Benavides dice: en mi área de responsabilidad se encuentra la Universidad Centroamericana y ahí está Ellacuría. (…) Me han dado la orden de eliminarlo y que para ese fin le habían dicho que utilizara la unidad del Batallón Atlacatl que tenía bajo su mando, porque dicha unidad ya conocía las instalaciones porque habían realizado el cateo días antes”, declara. Afirma que la orden incluía “no dejar testigos”.

Durante el juicio, el abogado querellante, Manuel Ollé, muestra un documento a Mendoza y este lo reconoció como un “diario” que pertenecía al coronel Benavides. Entre los apuntes se destaca al “grupo decisor” del asesinato de los jesuitas, el cual estaba integrado por los altos militares: General Rafael Bustillo; Cnel. Francisco Elena Fuentes; Gral. René Emilio Ponce; Gral. Juan Orlando Zepeda y el Cnel. Inocente Orlando Montano.

Este es el diálogo que se lee en el documento y que el abogado Ollé relata en el juicio. Se refiere a la reunión ocurrida el 15 de noviembre:

  • Cnel. Montano: ¿Sabes que el padre Ellacuría está en la UCA?
  • Benavides: No.
  • Cnel. Montano: Hay que proceder a su eliminación sin testigos.
  • Benavides: No tengo especial para cumplir la misión, solamente la Atlacatl.
  • Gral. Ponce: Que el coronel Camilo planifique la operación, el tiene experiencia en esos trabajos.

Benavides encarga al Cnel. Camilo Hernández Barahona, sub director interino de la Escuela Militar, la organización de la operación. “Le dice que, en lo que se pudiera, no utilizara las armas de equipo del Batallón Atlacatl. Entonces el Cnel. Barahona proporciona un fusil AK 47 que era de su propiedad y se lo proporciona al teniente Espinoza para ser utilizado durante la misión”, describe.

Las instrucciones que Mendoza y los demás hombres reciben del coronel Hernández era hacer parecer como si hubiera sido la guerrilla la que había cometido los crímenes, de ahí el hecho de que no querían usar las armas de equipo del Batallón Atlacatl.

Entre la orden de eliminar a Ellacuría y el traslado hacia la UCA transcurren alrededor de 2 horas, dice Mendoza, ya que el Teniente Ricardo Espinoza, a cargo del Batallón Atlacatl, no estaba físicamente con su unidad en las instalaciones de la Escuela. Había que llamarlo, comunicarle la misión, preparar los vehículos y demás. Se desplazaron alrededor de 40 personas, relató.

“Luego nos desplazamos en esos vehículos hacia el campus de la universidad. En algún lugar cerca de ahí se encontraba el resto de la unidad de Espinoza, ahí les da instrucciones y les dice que ya saben donde desplazarse. Comienzan a entrar al campus de la UCA”, sostuvo.

Nunca hubo una contraorden del ex presidente Cristiani

Manuel Ollé, abogado querellante, preguntó en relación del presidente de entonces Alfredo Cristiani, por el caso jesuitas. Mendoza afirma que, por lo que les dijo Benavides, si no hubo contraorden para proceder en la UCA, es porque tuvo que haberlo aprobado.

“Cuando el teniente Espinoza nos reúne, dice que Benavides ya dio la orden, que toda la operación está ordenada por el alto mando y que incluso van a informar al presidente. Que si el presidente decide que no, iban a informarlo”, dice Mendoza, quien descartó en su relato que este operativo fuera “una locura única de Benavides”.

“Esa fue una operación totalmente autorizada, los militares de la Escuela Militar todos sabíamos, era ilógico pensar que podría darse ese tipo de desplazamientos solo con la orden del coronel Benavides, tenia que llevar la orden del alto mando”, apuntó.

“Segun la orden del coronel Benavides, si no hubo contraorden es porque el presidente -Cristiani- tuvo que haberlo aprobado”, declaró.

La masacre

Al campus de la universidad los militares entraron a través de un portón que estaba abierto. Las patrullas comenzaron a entrar por esa puerta. Mendoza se queda al final de todas las columnas porque no conocía el lugar. Al avanzar unos 100 o 50 metros, empiezan a disgregarse por diferentes sectores.

De acuerdo al relato, una de las columnas de soldados se dirigió a lo que parecía un pequeño complejo habitacional, el cual estaba sellado por una malla que los soldados empiezan a saltarse. “Luego aparece una persona civil y luego les dice que no salten, que no rompan la puerta, que él les va a abrir”, dice Mendoza.

El ex militar afirma que en ese momento se empezaron a escuchar cómo rompían las puertas y ruidos de cosas quebradas, pero no distinguió si alguien dijo o gritó algo.

Al ingresar al complejo habitacional, Mendoza llegó a una de las casas. A la entrada habían dos mujeres que estaban sentadas en un sofá, abrazadas. Sigue caminando y escucha disparos en el exterior. Su primera impresión fue que a lo mejor habían sido sorprendidos por guerrilleros, porque era parte de la información que les habían dado: la UCA escondía guerrilleros.

“Cuando escuché los disparos, mi impresión es que había comenzado un enfrentamiento. Salgo de este lugar hacia un corredor techado. Veo a mi lado izquierdo y veo unas escalas, subí unos dos o tres y a cierta altura logro ver cuerpos tendidos en el suelo, unas cuatro o cinco personas, no pude ver cuántos eran. Estaban tendidas boca abajo. No pude apreciar más porque no había luz, estaba oscuro, la única luz era el reflejo de las estrellas”, dijo.

Las personas tendidas en el suelo eran los sacerdotes jesuitas. Espinoza estaba cerca de los cuerpos, en ese momento dice “ya está, vámonos. Den la señal de retirada”.

Mendoza detalla que luego de la orden, lanzan una vengala y comienzan a disparar por todos lados y a lanzar explosiones, como simulando un enfrentamiento. Sin embargo, afirma que estas venían de los mismos soldados. “Hago mi camino de regreso buscando la salida hacia la calle, de nuevo”.

Cuando sale, afirma, vuelve a ver a las señoras sentadas en el sofá. Dice no haber tenido contacto con ellas ni haberles disparado.

Al regresar a la Escuela Militar, Espinoza informa que habían cumplido la misión. Aquí, el teniente Mendoza relata la conversación entre el coronel Espinoza y Benavides, donde este último busca asegurarse que se cumplió la orden de «eliminar» al padre Ellacuría.

  • Espinoza- Está cumplida la misión.
  • Benavides- ¿Estaba Ellacuría?
  • Espinoza- Sí.
  • Benavides- ¿Estás seguro que estaba Ellacuría?
  • Espinoza- Sí, estaba ahí y estaban otros.
  • Benavides- Bueno, anda a descansar. No te preocupes, todo estará bien.

La estrategia de investigación que ocultó al Alto Mando

Mendoza cuenta que la conmoción internacional que causó el asesinato provocó que se iniciara una investigación en la que la Comisión de Hechos Delictivos tendría el rol de conducción. Benavides ya se había comunicado con el coronel Rivas, quien comandaba esta comisión y estaba al tanto de todo. Benavides les dijo que Rivas le estaría informando sobre las pericias a realizar, para que este se pudiera ir “adelantando y encubriendo la misión”, relata Mendoza.

Una de las pericias era realizar pruebas balísticas a todos los soldados que estuvieron cerca, en el perímetro de seguridad o que estuviesen bajo su comando. Para ocultar la verdad, según Mendoza, los soldados del Batallón Atlacatl cambiaron los cañones de sus fusiles. Además, agregó que Benavides dijo que esto lo había coordinado con el coronel León Linares, que ya tenía la orden del Estado Mayor, para que él puediera cambiar los cañones y que los soldados pudieran hacer las pruebas sin que dieran positivo.

También declaró que un cadete que estaba de guardia la noche de la masacre, anotó la salida de la patrulla del Batallón Atlacatl. No se dieron cuenta hasta 3 días después y dan parte al Cnel. Benavides, quien dio la orden de destruir el libro, “porque si investigaban, una de las cosas que iban a pedir era el libro de entradas y salidas. Dijo que no hubiera mejor evidencia sobre eso”, dijo Mendoza.

El exteniente Yusshy Mendoza fue detenido el 8 de enero de 1990. Cuenta que le ordenaron presentarse al edificio de la Policía Nacional, porque ahí se había instalado una Comisión de Honor, creada al interior de la Fuerza Armada para investigar los hechos, ya que las sospechas eran grandes sobre que miembros de la FAES habían cometido el asesinato.

La Comisión estaba integrada por un oficial de cada rango, cuyo objetivo era investigar internamente lo que había pasado. Ese 8 de enero, esta entidad le pide a Mendoza que dijera todo lo que sabía al respecto del asesinato. Le informaron que quedaba detenido y estuvo incomunicado. Luego de cinco días, le tomaron una declaración extrajudicial por parte de los miembros de la Comisión de Hechos Delictivos.

Manifestó que cuando rindió la declaración extrajudicial llegó el abogado Rodolfo Parker y le dijo que debía cambiar su declaración. Destruyó el documento y le dijo que no debía mencionar ningún nombre del alto mando de la FFAA.

“De repente llega el abogado Rodolfo Parker, que era el asesor jurídico de la Comisión de Hechos Delictivos, y como que pone atención a lo que estaba declarando y dice -no, no, eso no puede ser así, esas declaraciones no pueden ir así- y hace que quien estaba escribiendo saque la hoja y la empieza a leer”.

De acuerdo al relato de Mendoza, Parker aseveró que no podía mencionar a nadie del Alto Mando, ni que Benavides tenía órdenes del Alto Mando, a nadie que no sea Benavides o los miembros del Batallón Atlacalt. “Toma la hoja, la rompe y le dice -al que escribe- empieza a tomarle la declaración de nuevo y recuerda no tienes que mencionar nada de lo que Benavides dijo de la reunión del Alto Mando o que había recibido órdenes del Alto Mando”, dijo Mendoza.

Esta noche, el diputado por el PDC, Rodolfo Parker, aseguró que estas declaraciones son falsas.

«No encubrí ni mentí, esas menciones son totalmente falsas y más bien contrarias a la realidad», afirmó en su cuenta de Twitter.

La declaración de Mendoza comprueba la información sobre quiénes participaron en la reunión del alto mando de la FFAA que dio la orden de matar a los jesuitas, la consulta al expresidente Cristiani y la intervención de Rodolfo Parker para ocultar el crimen.

El ex teniente Mendoza abandonó El Salvador luego de salir de la cárcel gracias a la Ley de Amnistía aprobada en 1993. La migración fue a sugerencia del padre José María Tojeira, a quien envió una carta en 1992 con este relato y pidiendo perdón por los hechos.

«Yo había colaborado con la Comisión de la Verdad de la ONU y el padre Tojeira me recomendó salir del país porque me podían matar». Cuando el abogado defensor de Montano le ha preguntado por qué no vuelve ahora a El Salvador, donde ya no tiene vigencia la Ley de Amnistía y puede ser encarcelado, Mendoza fue claro: «No vuelvo a El Salvador porque me pueden matar por estar declarando hoy aquí».

En el juicio histórico, en la Audiencia Nacional de España, se procesa únicamente al ex militar salvadoreño, Inocente Montano, por la masacre de la UCA, ocurrida en 1989. Montano está siendo procesado solo por los 5 sacerdotes de nacionalidad española. En la pasada audiencia, negó que la orden de asesinar a los jesuitas fuera dada por él.

En El Salvador, sigue en el tintero el proceso judicial contra los autores intelectuales y materiales de la masacre en la UCA. En marzo del 2019, La Cámara Tercera de lo Penal confirmó la reapertura del proceso judicial e investigación de los acusados.