Por Leonel Herrera*
En enero de 1982 el entonces embajador salvadoreño en Washington, Ernesto Rivas Gallont, negó en Estados Unidos la represión y muerte del régimen militar en los inicios de la guerra civil. Así, atendiendo directrices de la dictadura a la que servía, el diplomático negó la veracidad de la masacre de El Mozote cometida por el ejército gubernamental los días 10, 11 y 12 de diciembre de 1981, en el norte del departamento de Morazán.
La masacre de El Mozote fue perpetrada por el tenebroso Batallón Atlacatl entrenado en la “Escuela de Las Américas” y dirigido operativamente por el tristemente célebre coronel Domingo Monterrosa. Fueron cruelmente asesinadas más de mil personas inocentes, sencillas y humildes, mayoritariamente mujeres, niños y ancianos, en la considerada peor masacre de civiles cometida en América Latina en la segunda mitad del Siglo XX.
Pero aquella atroz matanza en el nororiente salvadoreño fue negada por el ex embajador; por lo que pidió perdón 33 años después: “(por) la masacre de El Mozote, pido perdón; no debí obedecer instrucciones”, escribió en su blog el 31 de octubre de 2014, tras reconocer que cuando sucedió la masacre él la negó públicamente por órdenes del gobierno que representaba. “Debí haberme sublevado y denunciado la realidad, no lo hice y pido perdón por ello”, manifestó Rivas Gallont.
Casi 40 años después, el vicepresidente de la República, Félix Ulloa, hace lo mismo que el ex diplomático: negar, en forma vergonzosamente cínica, la realidad del país. En su reciente gira por Europa, el vice mandatario aseguró que no son ciertas las denuncias de violaciones a la libertad de expresión, a la institucionalidad y a la democracia cometidas por el gobierno de Nayib Bukele.
En reuniones con altos representantes de la Unión Europea y en entrevistas con la televisión pública alemana, el diario español El País y otros medios reconocidos, Ulloa calificó de mentiras, medias verdades y “leyendas urbanas” al autoritarismo, la violación a la separación de poderes, los ataques a la independencia judicial, las vulneraciones a la libertad de prensa y demás acciones relacionadas con la deriva autoritaria del régimen bukelista.
Entre otras falacias, el vicepresidente afirmó que la mayoría de la población apoya la implementación del Bitcoin como moneda de curso legal, que en las masivas movilizaciones de protesta contra el gobierno del pasado 15 de septiembre “había más periodistas que manifestantes”, que “el presidente ha sido tolerante con el periodismo crítico” y que los señalamientos de irrespeto al estado de derecho o falta de democracia es un discurso pregonado por un mísero tres por ciento de la población que ha sido desplazado de sus antiguos privilegios y no apoya la revolución pacífica que impulsa Bukele.
Con Rivas Gallont y Ulloa la historia se muerde la cola. Así como el ex embajador negó hace cuatro décadas un crimen de lesa humanidad cometido por la dictadura (que por cierto asesinó al padre de Ulloa), el vicepresidente ahora niega el desmantelamiento de la democracia perpetrado por una nueva dictadura en ciernes. ¿Pedirá perdón Ulloa después por esta terrible negación de la realidad del país? ¿Y para qué nos servirá eso…?
*Periodista. Director ejecutivo de ARPAS.