La semana pasada el FMLN tuvo dos acciones desafortunadas que reflejan graves contradicciones e incoherencias con los principios democráticos y lo dejan sin solvencia moral para criticar la deriva autoritaria del presidente Nayib Bukele.
La primera fue avalar las elecciones nicaragüenses donde fue reelecto por tercera ocasión consecutiva el presidente Daniel Ortega. “Felicitamos al soberano pueblo de Nicaragua por someterse a elecciones y hacer una verdadera fiesta democrática”, escribió el FMLN en sus redes sociales, donde también saludó al “glorioso Frente Sandinista para la Liberación Nacional (FSLN)”, al que le deseó “los mejores éxitos”.
Así el partido de izquierda salvadoreño avaló un cuestionado proceso electoral donde los principales candidatos opositores fueron encarcelados y la institucionalidad electoral está totalmente cooptada por el gobierno de Ortega y de su esposa Rosario Murillo, quien también fue reelecta como vicepresidenta.
Y la segunda acción fue la decisión del “Tribunal de Ética” del FMLN de rechazar una petición de expulsión de José Luis Merino, un oscuro dirigente y ex funcionario efemelenista que -según investigaciones periodísticas- respalda tras bambalinas a Nayib Bukele, contrariando la postura crítica que oficialmente presenta el partido de izquierda.
Merino -conocido también como “Comandante Ramiro”- propició el ingreso de Nayib Bukele al FMLN, fue su principal “padrino político” cuando éste militó durante casi un década en el partido de izquierda y -según publicaciones de El Faro- hasta lo financió con fondos provenientes de Alba Petróleos. Y ahora que Bukele es presidente, Merino -a diferencia de otros dirigentes efemelenistas- no lo critica y personas de su entorno también han sido ubicados cerca del actual mandatario, entre éstos su “mano derecha” Erick Vega.
Lo anterior plantea al FMLN la seria contradicción de criticar al presidente Bukele y a su gobierno, pero mantiene en sus filas a un dirigente que apoya al mandatario y su cuestionada gestión. Una posible explicación de esto sería que Merino al tiempo que apoya a Bukele también controla instancias de decisión del FMLN, entre éstas el “Tribunal de Ética”.
Lo anterior genera fuertemente la duda sobre si el FMLN es realmente un partido de oposición o es más bien -en el fondo- un partido colaboracionista del antidemocrático régimen bukelista.
Y en relación al apoyo a Ortega cabe preguntarle al partido de izquierda si -por ejemplo- se opondrá a la reelección de Bukele, a pesar de avalar la del gobernante nicaragüense; o si cuestionará la Ley de Agentes Extranjeros que impondrá el oficialismo salvadoreño, pero aprueba que exista una ley similar en Nicaragua.
Los dos hechos señalados, la felicitación a Daniel Ortega y la no expulsión de José Luis Merino, son vergonzosos para el FMLN porque lo muestran incoherente, contradictorio, con doble moral y sin solvencia ética para oponerse a los desmanes de Bukele y sus secuaces.
Es hora, pues, de que los sectores revolucionarios, progresistas y democráticos del país aceleren el proceso de construcción de un nuevo sujeto político, el cual debería surgir del creciente movimiento social que rechaza el autoritarismo, la remilitarización, la corrupción y el neoliberalismo bukelista.