El gobierno de Nayib Bukele convirtió a El Salvador en una país “patas arriba” o -como diría el célebre escritor uruguayo Eduardo Galeano- lo inscribió en la “escuela del mundo al revés”, mediante la normalización e institucionalización de lo absurdo como lógica política en sus decisiones y actuaciones.
Por ejemplo, en este país “patas arriba” es más importante construir un hospital para mascotas, que dotar de medicamentos los centros de salud para las personas; y los responsables de las desapariciones son los mismos desaparecidos o sus familiares, y no el Estado.
En este país al revés es más importante que militares y policías custodien centros comerciales y cajeros Chivo Wallet, en vez de proteger a las comunidades asediadas por las maras; y promover el Bitcoin es más relevante que aprobar una ley que asegure el derecho al agua y al saneamiento ambiental.
En este país de la naturalización del absurdo la mayoría de diputados responde a los designios del presidente, y no a la ciudadanía que los eligió; y el mandatario usa el poder para instaurar un régimen autoritario, en vez de para resolver los problemas estructurales del país y atender las demandas sentidas de la gente. Para mencionar solo algunos casos ilustrativos.
Incluso, y para ponerle algo de humor negro al asunto, en este país “patas arriba”, ¡una aerolínea mexicana fue presentada por el presidente Bukele como salvadoreña¡
Esta lógica al revés también se expresa claramente en la propuesta de Ley de Regulación de Agentes Extranjeros. Por ejemplo: el gobierno plantea un impuesto del 40% a la cooperación solidaria, mientras exonera las operaciones en Bitcoin; grava a las ONGs, al tiempo que perdona el pago del IVA a AVIANCA y no pone impuestos progresivos a otras grandes empresas.
Para justificar la aprobación de la cuestionada normativa el gobierno también plantea el falaz argumento de “transparentar a las ONGs”, mientras las instancias estatales oscurecen cada vez más la gestión pública, sobre todo el uso del presupuesto que es financiado con dinero de la población.
Volviendo al tema tributario, Bukele también acaba de anunciar la exención total de impuestos para los entusiastas inquilinos de la “Bitcoin City”, la ciudad privada que pretende construir en La Unión, mientras mantiene todos los impuestos a la población consumidora, trabajadora y emprendedora.
El Salvador -con la gestión presidencial de Bukele- es, por tanto, un país “patas arriba”, al revés y con la lógica absurda como regla de actuación gubernamental.