El Cardenal Gregorio Rosa Chávez declaró ayer que es una vergüenza que el asesinato de Monseñor Óscar Arnulfo Romero continúe impune 38 años después de cometido ese horrendo crimen. “Realmente es una cosa vergonzosa que este Magnicidio nunca se investigó”, señaló el máximo jerarca católico del país en una conferencia de prensa.
El señalamiento de Rosa Chávez, dado en la víspera de la canonización del Arzobispo Mártir, debería sacudir a la Fiscalía General de la República y al Sistema Judicial, responsables de que sobre el país pese la vergüenza de la impunidad de vil asesinato de Romero.
Según documentos del Vaticano, Monseñor Romero fue asesinado por el fundador del partido ARENA, Roberto D´Aubuisson, quien recibía órdenes y financiamiento de los grupos oligárquicos que rechazaban su mensaje cristiano de justicia, verdad e igualdad. El informe de la Congregación para la Causa de los Santos establece que “la represión oligárquica armó la mano del asesino”.
Es por eso que, a la vergüenza que señala el Cardenal Rosa Chávez, se suma también la vergüenza de que ARENA se niega a reconocer la autoría del crimen. Carlos Calleja, candidato presidencial del partido oligárquico, dice que acusar a D´Abuisson de asesinar a Romero es una “gran especulación”.
Y la compañera de fórmula de Calleja, Carmen Aída Lazo, fue más allá y se atrevió a descalificar dos documentos indiscutibles que consignan la responsabilidad del fundador de ARENA en el Magnicidio: el Informe de la Comisión de la Verdad de las Naciones Unidas y resoluciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Esta última confirma la acusación contra D´Aubuisson y ordena al Estado salvadoreño que investigue el Magnicidio.
Comisión de la Verdad y CIDH señalan que “D´Aubuisson dio órdenes precisas a miembros de su entorno para que, actuando como escuadrón de la muerte, ejecutaran y supervisaran el asesinato”.
Por tanto, frente a esta doble vergüenza, la población debería demandar a la Fiscalía y tribunales acabar con la impunidad del Magnicidio de San Romero; y exigir al oligárquico partido ARENA que admita la responsabilidad de su fundador en tan tenebroso crimen y pida perdón a San Romero, a la Iglesia y al pueblo, en vez de seguir negando una verdad inobjetable.
Ojalá que así fuera.