//El Presidente Bukele es “odre nueva con vino viejo”

El Presidente Bukele es “odre nueva con vino viejo”

Durante las últimas semanas han sido asesinadas con lujo de barbarie personas trans en San Salvador, Ahuachapán, Sonsonate, Morazán y otros lugares.

Una recibió 11 disparos en el rostro; otra murió tres días después de haber sido privada de libertad y vapuleada por policías; otra, asesinada a machetazos; otra, violada y golpeada hasta matarla; otra, asfixiada luego de recibir múltiples heridas con arma blanca y ser arrastrada; otra, estrangulada y arrojada con piedras a un río; otra, torturada con piedras y troncos hasta la muerte…La barbarie y el salvajismo son espeluznantes. Se trata, sin duda, de crímenes de odio por orientación sexual.

Pero sí estos horrendos crímenes son escandalosos, lo son todavía más la indiferencia e indolencia de la sociedad y del Estado.

Esta horrorosa situación confirma el desamparo y la desprotección gubernamental que las organizaciones LGTBI han venido denunciando. Las organizaciones señalan directamente al Presidente Nayib Bukele, quien -al suprimir la Secretaría de Inclusión Social- eliminó de un plumazo la Dirección de Diversidad Sexual.

Ante esto, se suponía que el Ministerio de Cultura asumiría esta tarea, pero el propio Presidente Bukele ha admitido que todavía “está preparando planes contra la discriminación para evitar crímenes de odio”, como si éstos todavía no fueran una realidad.

La desidia y la irresponsabilidad (y la complicidad) gubernamental frente a los tenebrosos asesinatos de personas trans es, desde todo punto de vista, reprobable. Está claro que para Bukele no son importantes -o no están entre las prioridades de su gobierno- los derechos de la diversidad sexual, a pesar de que se comprometió en la campaña electoral.

Un “presidente milenial” como Bukele debería ser de “mente avanzada” y reivindicar los derechos de la comunidad LGTBI, la despenalización del aborto y toda la agenda de los nuevos derechos sociales. Pero no, el joven mandatario salvadoreño es como “odre nueva con vino viejo”. Su afición por las modernas tecnologías de la info-comunicación, contrasta con su adhesión a fracasados preceptos neoliberales en lo económico y con sus actitudes conservadoras en social, cultural y político.

Bukele es una “forma sin contenido”. Desde la perspectiva de la esencia y lo elemental de las cosas, el “presidente milenial” es igual a Medardo González, Francisco Merino, Rodolfo Parker, Norman Quijano o cualquier otro referente de la vieja política del país.

Lástima.