La gira del Presidente Nayib Bukele por Japón y China, en busca de cooperación e inversiones, es un hecho positivo que representa un giro acertado en la política exterior de su gobierno, misma que hasta hoy se centraba únicamente en una relación vergonzosamente complaciente y sumisa con Estados Unidos.
Especialmente significativa es la visita a China, donde fue recibido por el mismísimo Presidente Xi Jinping, con quien -según ha informado Bukele en su cuente de Twitter- ha logrado suscribir convenios de apoyo financiero no reembolsable para obras de gran importancia.
Hace algunos meses, cuando Bukele ponía en duda la continuidad de las relaciones sino-salvadoreñas aperturadas por el gobierno anterior, en este espacio editorial insistimos en la conveniencia de mantener y fortalecer los vínculos con la segunda -y pronto- primera potencia económica del mundo; ya que ésta -decíamos entonces- podría apoyar nuestras maltrechas finanzas públicas, traer inversiones y cooperar en ámbitos como el tecnológico.
Por eso hoy reconocemos como un importante acierto que Bukele se acerque al gigante asiático y deje de mirar sólo hacia la potencia del norte. Además de lo penoso que es estar complaciendo y adulando al antiinmigrante, xenófobo y racista Presidente Donald Trump, el mandatario salvadoreño difícilmente iba a conseguir más apoyos de los que usualmente otorga el gobierno estadounidense a El Salvador y demás países de la región.
Las relaciones exteriores deben responder a los intereses del país, no a alineamientos ideológicos o sometimientos a la política exterior de otros países. Antes de la toma de posesión del Presidente Bukele sugeríamos las siguiente prioridades en política exterior, que ahora es oportuno recordar: establecer relaciones de respeto y sin sumisiones con Estados Unidos; mantener y fortalecer los vínculos con China; promover la integración centroamericana; procurar una relación de mayor cooperación con México; y buscar relaciones con aquéllos países donde -además de Estados Unidos- hay una significativa comunidad salvadoreña (Canadá, España, Suecia, Italia y Australia).
Enhorabuena, pues, la profundización de las relaciones con China. Ojalá que, consecuente con esta nueva perspectiva, el Presidente Bukele corrija el enfoque servil de la relación con Estados Unidos que ha caracterizado a la política exterior en los primeros cinco meses de su gobierno.
Ojalá que así sea.