En el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, realizada el pasado fin de semana, organizaciones feministas denunciaron retrocesos en el cumplimiento de derechos de las mujeres con el nuevo gobierno.
Desmantelamiento de programas sociales, persecución en hospitales públicos contra mujeres que abortan accidentalmente, falta de políticas educativas para la prevención de embarazos adolescentes y carencia de estrategias para la prevención de los feminicidios, son algunos problemas señalados.
Según las organizaciones, el presupuesto estatal de este año disminuyó más de 70 millones de dólares en programas relacionados con derechos de las mujeres. Cuestionan especialmente la eliminación de la Secretaría de Inclusión Social y la reducción del emblemático proyecto “Ciudad Mujer”.
Morena Herrera, de la Colectiva Feminista para el Desarrollo Local, dijo en un programa televisivo que Nayib Bukele incorporó en su “Plan Cuscatlán” algunas propuestas de las organizaciones de mujeres, pero que -ahora como Presidente- no las ha retomado. Las feministas reclaman principalmente la falta de respaldo gubernamental a la propuesta de despenalizar el aborto.
El reclamo de las mujeres organizadas es válido. El pasado 9 de febrero, el Presidente Bukele irrumpió en la Asamblea Legislativa, acompañado de militares y policías, presionando por la aprobación de un préstamo para seguridad pública; pero no pide a los diputados aprobar la interrupción voluntaria del embarazo cuando esté en peligro la vida de la madre, existan malformaciones congénitas en el feto y cuando haya violación sexual, incesto o trata.
El Presidente se jacta de ser “milenial”, “cool” y vanguardista; pero -ante demandas legítimas como despenalizar el aborto en las causales mencionadas- asume, en la practica, la postura conservadora de instancias de ultra derecha como la llamada Fundación “Sí a la Vida”. Por eso, en un editorial anterior, decíamos que Bukele es como “odre nueva con vino viejo”.
El gobierno del “presidente milenial” tampoco lanza campañas informativas y de sensibilización para los hombres, orientadas desmontar la anquilosada cultura machista y patriarcal que es la causa estructural de la violencia contra las mujeres.
Bukele usa su popularidad para presionar por sus intereses, pero no para incidir en la construcción de nuevos imaginarios que conduzcan a la práctica de relaciones más equitativas, justas y humanas. En vez de eso, el mandatario opta por reforzar valores autoritarios y antidemocráticos como la intolerancia, la confrontación y la división maniquea entre buenos y malos: el bueno es él y los suyos; y los malos son “los otros”, especialmente sus críticos.
Volviendo a los reclamos y demandas de las organizaciones de mujeres, en este espacio editorial reiteramos nuestro total respaldo.