Prevenir es tarea de todas y todos. Frente a la amenaza del coronavirus COVID-19 es necesario que la población contribuya a la prevención, cumpliendo con las medidas establecidas por las autoridades de Salud y de Protección Civil.
Pero también debemos estar atentos, como ciudadanía responsable, a que en este contexto de emergencia no se expandan otros “virus” que nos infecten y dañen. A continuación mencionamos algunos de los más peligrosos y mortíferos para la democracia, los derechos de la gente y la irrenunciable tarea de construir un país más decente, igualitario y en el cual den ganas de vivir:
Desinformación y estrategias de manipulación masiva. Este “virus” es muy peligroso porque puede llevarnos a tomar decisiones equivocadas. Sus fuentes de infección son: noticias falsas o “fake news” que circulan en redes sociales, listas de WhatsApp, periódicos digitales y hasta medios supuestamente serios; discursos gubernamentales con proyecciones catastróficas y estadísticas del desastre, que buscan prevenir a través del miedo; y acciones intencionadas o no que generan pánico colectivo, cuyos efectos podrían ser contraproducentes para la prevención.
Para evitar el contagio con este “virus” letal debemos confirmar toda información que nos llegue, antes de compartirla o tomarla como base de alguna decisión.
Autoritarismo y violaciones de derechos humanos. Este “virus” es muy antiguo; enfermó al país durante 50 años de dictadura militar y asustó con su recuerdo el pasado 9 de febrero con el intento de golpe presidencial contra la Asamblea Legislativa. Debemos vigilar que la emergencia no sea excusa para la realización de “sueños autoritarios” de mentes antidemocráticas.
Para contrarrestar este “virus” exijamos respeto a los derechos humanos y a las garantías constitucionales que están excluidas del estado de excepción, principalmente la libertad de expresión y de prensa, el derecho ciudadano a la información y la obligación de los funcionarios de rendir cuentas a la población.
Corrupción. Este “virus” maligno está presente en nuestra sociedad, y en el gobierno sus síntomas siempre han sido: robos, fraudes y malversaciones de recursos públicos; tráfico de influencias, conflictos de interés, nepotismo, entre otros. En la actual emergencia debemos evitar nuevas epidemias, vigilando -especialmente- el uso de los fondos: que la Asamblea no firme cheques en blanco y debe establecer mecanismos de fiscalización, contraloría y auditoría social. Funcionarios gubernamentales ya hacen campaña electoral con las medidas de emergencia, eso también es corrupción.
Más neoliberalismo. Este “virus” está siempre al acecho, mutando, camuflándose y los momentos de crisis, desastres o pánico colectivo son propicios para su reaparición recargada.
En esta emergencia o en la “post-emergencia” podrían aplicarse medias de ajuste neoliberal, sobre todo para pagar a los acreedores los 2 ó 5 mil millones de dólares en préstamos que pide el Ejecutivo, especialmente si el caritativo prestamista es el Fondo Monetario Internacional (FMI). Esta benemérita institución financiera -seguramente- exigirá a la Administración Bukele subirnos el IVA, aumentar la edad de jubilación, bajar el monto de las pensiones, congelar los salarios y reducir el “gasto público”.
Para evitar este contagio habrá que exigir que esos préstamos se paguen combatiendo la evasión y elusión tributaria, recuperando dineros de la corrupción y aprobando una reforma fiscal progresiva donde “paguen más quienes tienen más”.
Así que, desde este espacio editorial, instamos a todos los salvadoreños y salvadoreñas a acatar las medidas contra el COVID-19, pero también a luchar contra estos otros “virus” letales para la democracia y la vida digna.