La Asamblea Legislativa volvió ayer a los clásicos “madrugones”, es decir: sesiones donde se aprueban medidas inconsultas, impopulares y de espaldas a la ciudadanía, que -generalmente- suceden en la madrugada mientras todos duermen. Así se aprobaron durante los gobiernos de ARENA las privatizaciones, la dolarización, tratados de libre comercio, medidas tributarias regresivas y endeudamiento público.
Durante las administraciones del FMLN también hubo “madrugones” para la elección de algunos funcionarios de segundo grado, aprobación de asocios público-privados, reforma de pensiones y -desde luego- endeudamiento público.
Esta vez, detrás del “madrugón” estuvo la presión del Ejecutivo por la autorización de un nuevo endeudamiento público hasta por 1,000 millones de dólares. El Presidente Bukele, quien se la pasa criticando a la Asamblea y hasta una vez propuso “quemar a todos los políticos (diputados) juntos”, esta vez saludó el “madrugón”: “valió la pena el desvelo, ahora a desayunar, gracias a todos los que votaron”, escribió el mandatario en tuiter.
Previo a la aprobación del endeudamiento, la Asamblea aprobó una ley para regular la cuarentena domiciliar, con la cual corrige la plana al gobierno que hasta ahora la había manejado con puros decretos ejecutivos. “Ahora tenemos herramientas legales”, expresó el Presidente Bukele, admitiendo -tácitamente- que todas sus actuaciones anteriores fueron ilegales.
La normativa retoma formalmente disposiciones de la Sala Constitucional sobre los “centros de contención” y los derechos de las personas “retenidas”; sin embargo, juristas serios y organizaciones de derechos humanos señalan vacíos que podrían permitir abusos e instaurar un régimen de excepción disfrazado. Esta ley -dicen- legaliza detenciones arbitrarias y podría ser inconstitucional.
En relación a la autorización de los 1,000 millones de deuda, hay tres valoraciones urgentes. La primera es que no está justificada porque el gobierno ni siquiera ha conseguido los 2,000 millones autorizados a finales de marzo; no presentó informes ni planes de gastos; la Asamblea no estableció un mecanismo de rendición de cuentas… Es un verdadero “cheque en blanco”.
La segunda es que su objetivo no es fortalecer la inversión pública, sino a las empresas privadas. El detalle del destino de los fondos muestra un escandaloso reparto a los privados: 600 millones para las empresas registradas como patronos en el ISSS, 100 millones para devolverle impuestos a los exportadores y 300 millones para pagar a proveedores privados del Estado.
Después de una crisis, los gobiernos deben fortalecer la inversión pública para generar empleos, promover el consumo y dinamizar la economía; eso hizo en Estados Unidos, el Presidente Franklin Roosevelt, con su programa de recuperación económica tras la crisis de 1929 llamado “New Deal”. Los inquilinos de Casa Presidencial deberían leer esa historia.
Y la tercera valoración es el enorme costo que pagaremos las actuales y futuras generaciones en el saldo de esa deuda. Actualmente todavía pagamos préstamos de los gobiernos areneros, en 20 años aún pagaremos los del FMLN y en 40 años nuestros hijos y nietos todavía pagarán los adquiridos por la administración Bukele.
¿Y cómo pagaremos? Los que sean con el Fondo Monetario Internacional (FMI), ya nos dijeron: con más IVA, impuestos a la combustibles y reducción del gasto público.
Ése es el legado nefasto del madrugón legislativo de ayer, aplaudido desde el tuiter presidencial.