Nayib Bukele utilizó la anticorrupción como uno de los temas centrales de su campaña electoral: popularizó el eslogan “devuelvan lo robado”, prometió un comisionado para la transparencia “nombrado por la oposición” y anunció la instalación de una Comisión Internacional contra la Impunidad en El Salvador (CICIES), que “metería presos a corruptos y corruptores”, como diría después el vicepresidente Félix Ulloa.
Sin embargo, llegado al gobierno, el Presidente Bukele se olvidó del célebre eslogan referido a recuperar los dineros de la corrupción, desmontó la institucionalidad que promovía la rendición de cuentas y no designó al comisionado para la transparencia. Creó una CICIES pero sin independencia del gobierno y sin facultades vinculantes para investigar la corrupción.
Al inicio de la emergencia por el COVID-19, Bukele difundió un video en el que advertía a sus funcionarios con “meter a la cárcel” a todo aquel que “se robara un centavo”. No obstante, cuando se empezaron a revelar posibles casos de corrupción, la reacción presidencial no fue consecuente con la supuesta actitud anticorrupción.
En lugar de exigir a la Fiscalía que investigue y poner a disposición de la justicia a los posibles corruptos, el mandatario ha despotricado contra los medios que publicaron las irregularidades y protegió a los funcionarios aludidos, excepto el director del FONAES a quien separó del cargo pero temporalmente (así lo aclaró después el secretario privado de Bukele).
Recientemente, uno de los seguidores más virulentos y fanáticos del Presidente, el ex diputado y dirigente arenero Walter Araujo, fue vinculado a actos de corrupción. Según un medio digital, la Sección de Probidad de la Corte Suprema de Justicia encontró irregularidades por 1.4 millones de dólares en las cuentas del también ex magistrado del TSE.
Ante esto, Bukele se apresuró a calificar de “campaña sucia” la publicación periodística y a dar fe de las carencias económicas de Araujo, como si ser pobre actualmente fuera sinónimo de no haber robado en el pasado.
¿Todo lo anterior significa que Nayib Bukele permite o tolera la corrupción? La pregunta es válida; y la histeria presidencial, ante cada denuncia de corrupción que apunta a su gobierno o a su entorno político, sugiere una clara falta de voluntad y disposición a la transparencia, la rendición de cuentas y la anticorrupción que ofreció en su campaña.