La semana pasada los ministros y ministras presentaron sus informes en la Asamblea Legislativa. El desfile de los titulares del Ejecutivo pasó con más pena que gloria: informes superficiales y propagandísticos, que evadieron responder puntos críticos; más la poca o nula seriedad de algunos funcionarios.
Los referidos informes siguieron el guion de la narrativa gubernamental según la cual el país estaba en tinieblas, pero vio la luz en junio de 2019. Laboriosos ministros “24/7” trabajando “día y noche”, corrigiendo todo el desastre que dejaron “los mismos de siempre”, protegiendo en todo momento a la población, haciendo cosas grandiosas que nunca jamás se hicieron…
Los informes ministeriales adolecieron de una perspectiva realista del trabajo gubernamental y evitaron referirse a aspectos críticos, como el manejo partidario de algunos programas o las irregularidades en el manejo de fondos públicos durante la emergencia del COVID-19, revelados por varias publicaciones periodísticas y que han salpicado a los titulares de Salud, Hacienda, Agricultura y Ganadería, entre otros.
Los informes tampoco hicieron referencia alguna a los bloqueos al acceso a información pública registrados en la mayoría de instituciones del Ejecutivo, que aprovecharon la pandemia para poner en cuarentena sus Oficinas de Información y Respuesta (OIR), violentando flagrantemente la LAIP .
A esto se agrega que algunos funcionarios se negaban a entregar sus informes escritos al presidente legislativo y montaron shows político-mediáticos replicados en redes sociales, que buscaban catapultar a los ministros y dejar a los diputados como los malos de la película. Se trató de un espectáculo con claros objetivos electorales.
Las características de los informes de los ministros coinciden con la actitud gubernamental que rehuye de la transparencia, la rendición de cuentas y del debate serio, crítico y a profundidad sobre los principales problemas del país, que es condición básica para construir soluciones efectivas y consensuadas.
Finalmente, ha quedado pendiente el informe de gestión del propio Presidente Nayib Bukele, quien el pasado 1° de junio se negó a presentarlo en el pleno legislativo porque “proteger a la población es más importante que dar discursos”.