Lo lógico y esperable sería que, debido a la existencia de altos niveles de vulnerabilidad socio-ambiental en nuestro país, el gobierno no autorizara más proyectos urbanísticos en lugares considerados de riesgo.
Sin embargo, es reprobable que aún en medio de los daños por las lluvias de las últimas semanas y el deslave en Nejapa, el Ejecutivo ha dado luz verde a “Valle El Ángel”, la mini-ciudad que la oligárquica familia Dueñas pretende construir en la misma zona de la tragedia en la Comunidad “Los Angelitos II”.
Organizaciones ecologistas, iglesias y comunidades afectadas denunciaron la semana que el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) solicitó la fianza, tras aceptar el estudio de factibilidad de la empresa constructora “Urbánica”. Esto significa que la autorización gubernamental del cuestionado proyecto ya está decidida.
Hace dos meses, intentando justificar su negativa de ratificar el Acuerdo de Escazú, el presidente Nayib Bukele afirmó que “la protección del medio ambiente no debe frenar el desarrollo” y que convenios como éste podrían “afectar la construcción de viviendas”. Tal declaración era una advertencia de que proyectos como “Valle El Ángel” serán aprobados.
¿Por qué las élites empresariales y sus sirvientes gubernamentales se empeñan en avalar este tipo de proyectos, a pesar de su inviabilidad ambiental y sus previsibles daños dadas las graves vulnerabilidades sociales? ¿Cómo se explica esa indolencia, irresponsabilidad y falta de sentido común?
Franz Hinkelammert define a esa irracionalidad del capital con la metáfora de “cortar la rama donde estamos parados”. Esta actitud suicida de los empresarios y los funcionarios serviles a sus intereses, señalada por el crítico alemán, se expresa claramente en la aprobación de la urbanización “Valle El Ángel”.
Según Naciones Unidas, El Salvador es uno de los países más vulnerables del mundo, el 90% del territorio nacional es zona de riesgo y tiene un largo historial de desastres por deslaves, derrumbes e inundaciones: Montebello (1982), Las Colinas (2001), La Málaga (2008) y Los Angelitos II (2020), están entre las tragedias más emblemáticas.
Ecologistas y expertos vaticinan que, si se construye “Valle El Ángel”, podrían suceder deslaves como el de Nejapa en mayores dimensiones. Pero esto parece no importarle al gobierno de Bukele y los Dueñas, quienes se empeñan en “cortar la rama donde estamos parados”.