El paso de los huracanes Eta y Iota, durante las últimas dos semanas, en el istmo centroamericano, desnudó las graves vulnerabilidades de esta región.
El fenómeno natural, que son las lluvias y el viento, se convierte en desastres sociales y ambientales debido a las precarias condiciones de vida de la mayoría de la población, al deterioro ecológico, al uso no planificado del suelo y a la ausencia de políticas efectivas de prevención riesgos.
El impacto fue mayor en Honduras donde, aun con el huracán a la vista, el gobierno seguía promoviendo irresponsablemente una actividad turística y reaccionó tardíamente ante la emergencia; en Nicaragua, una mejor respuesta gubernamental redujo la pérdida de vidas humanas; en Guatemala un solo deslave mató a cincuenta personas; y en El Salvador los daños fueron mucho menores gracias a que el fenómeno climático apenas llegó.
“Tras corneados, apaleados”, dice un dicho popular; y ésa es la situación de la pueblos centroamericanos: en medio de la pandemia del Covid-19, la crisis económica, la violencia, las caravanas de migrantes…, ahora, Eta y Iota vinieron a postrar a la mayoría de la población.
Como telón de fondo está la represión, el autoritarismo, el proselitismo barato y la anti-democracia de los gobiernos que se empeñan en sostener excluyentes políticas económicas que concentran cada vez más la riqueza en las manos de élites empresariales, políticas que constituyen la causa estructural de la desigualdad y marginación social.
Por tanto, para que fenómenos naturales no causen tragedias, nuestros países urgen reducir la vulnerabilidad ambiental, la desigualdad social y la exclusión económica; y para ello es necesario desconcentrar la riqueza mediante políticas tributarias progresivas donde “paguen más quienes tienen más” y fortalecer el rol estatal en la atención de los derechos, necesidades y demandas de la gente: vivienda, servicios básicos, infraestructura, salud, educación, empleo, saneamiento ambiental, etc.
Esperemos que, aun en medio del dolor y el sufrimiento, los pueblos centroamericanos mantengan la esperanza y tengan las fuerzas para levantarse, reconstruir sus países y luchar por políticas públicas que apunten hacia la justicia social, la redistribución de los ingresos, la dignidad humana y la sustentabilidad ambiental.
Ojalá que así sea.