Un nutrido grupo de personas, mayoritariamente jóvenes, protestó ayer, en el centro capitalino, contra la falta de transparencia gubernamental en el uso de fondos públicos y el desmedido endeudamiento externo de más de 3,000 millones de dólares en sólo un año y medio de gestión.
La manifestación, autoconvocada en forma espontánea a través de redes sociales, muestra que un sector creciente de la juventud está perdiendo el miedo a la descalificación burda de Nayib Bukele y sus secuaces (Sanabria, Anliker o Araujo) y a los ataques digitales de los aduladores presidenciales. Por tanto, su justa demanda de transparencia y rendición de cuentas es también un valiente desafío a la estigmatización, al discurso de odio y al borreguismo de quienes han perdido el espíritu crítico.
Los protestantes cuestionan la doble moral del mandatario que exige a los gobiernos anteriores “devolver lo robado”, pero el suyo se niega a transparentar el uso del dinero público y a rendir cuentas a la población. “Bukele hace lo mismo que tanto critica de sus adversarios”, señalaron las y los jóvenes, quienes -además- exigen que el Presidente respete la Constitución de la República y cese la instrumentalización política de las Fuerzas Armadas y la desnaturalización de la Policía Nacional Civil (PNC).
En un editorial de la semana pasada planteamos que, ante la banalización y “electoralización” que el “bukelismo” hace de la consigna “devuelvan lo robado”, es necesario que la ciudadanía democrática la recupere como una demanda legítima y la resignifique agregando la exigencia de que el actual gobierno “no robe más”.
Esto debido a que la Fiscalía y la misma CICIES creada por Bukele han encontrado irregularidades en el uso de varios millones de dólares durante la emergencia sanitaria por el COVID-19 en los ministerios de Salud, Agricultura, Seguridad Pública, Hacienda, Turismo y otros.
Así que enhorabuena la protesta juvenil. Ahora que la juventud crítica levanta esta bandera, desde este espacio nos sumamos a la demanda de que los gobiernos anteriores rindan cuentas por los actos de corrupción que cometieron y que el actual también transparente su gestión.
Como dijimos en el referido editorial anterior, ojalá que el presidente Bukele permita el acceso a la información pública y rinda cuentas, para que su discurso anticorrupción sea creíble. Pero si, por el contrario, sigue exigiendo que los demás “devuelvan lo robado” pero su gobierno “sigue robando”, será -como dice la frase popular- un “burro hablando de orejas”.