La Asamblea Legislativa aprobó el presupuesto estatal para el próximo año, en una larga jornada que incluyó la noche del martes 22 y la madrugada del miércoles 23 de diciembre. El plan de gastos para el 2021 asciende a $7,453 millones de dólares, $1,027 millones más que el año pasado. A continuación mencionamos y valoramos los aspectos más relevantes.
Lo bueno: las correcciones legislativas a la plana del Ejecutivo. La Asamblea mantuvo los incrementos presupuestarios para las carteras de Salud y Educación presentados por el ministerio de Hacienda, pero hizo importantes cambios en gastos superfluos y de destino indefinido o poco claro.
Reducción del 50% del gasto en publicidad y del 93% del presupuesto del Organismo de Inteligencia del Estado (OIE), eliminación de las mal llamadas plazas “ad-honorem” y eliminación o disminución de rubros no justificados, son algunas correcciones que contribuyen a transparentar un poco el presupuesto elaborado por el gobierno.
Lo malo: el presupuesto aprobado mantiene su falla estructural: el desfinanciamiento. El presupuesto incluye un endeudamiento por 1,179.7 millones de dólares, de los cuales 1,041 es deuda que no se incorporó al presupuesto 2020 y $138.7 es deuda nueva. Además, la proyección de ingresos se basa en cálculos poco realistas de crecimiento económico y de recaudación tributaria.
Como bien señalan expertos del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI), los efectos económicos de la pandemia sanitaria del COVID-19 impiden asegurar un crecimiento de 4% del PIB y una obtención de $500 millones más en cobro de IVA. El plan de gastos 2021 violenta los lineamientos presupuestarios de la Ley de Responsabilidad Fiscal.
Lo feo: la reacción intransigente, prepotente y electorera del presidente Nayib Bukele. El mandatario escribió en sus redes sociales que no permitirá que la Asamblea le modifique su propuesta de presupuesto y que para ello su equipo legal “se puso creativo” en la invención de una nueva “jugada maestra”, la cual consiste en sancionar solo algunos de los decretos aprobados por los diputados y vetar los demás.
Bukele dijo también que su gobierno gastará los fondos aprobados en los primeros cuatro meses de 2021 y que al asumir la nueva legislatura, dominada por su partido, aprobará nuevos planes de gastos, financiamiento y todo lo que necesite. El presidente confirma así su nula vocación de diálogo y concertación, su falta de respeto a la legalidad y los procesos institucionales y sus ilimitadas ansias de tener el poder total.
A finales de septiembre de este año, cuando el Ejecutivo presentó la propuesta de presupuesto 2021, advertimos en este espacio editorial que ése sería el “caballito de batalla” del bukelismo de cara a las elecciones legislativas de febrero próximo.
Ojalá nos hubiéramos equivocado.