Esta semana, la Jueza Séptima de Paz de San Salvador, Alba Gladys Salamanca, dejó en libertad a Jaime Ulises Perla, delegado del partido ARENA en el escrutinio final de las elecciones del pasado 28 de febrero, responsable de acoso y expresiones sexistas contra una periodista de Canal 10.
Dada la fuerte presión pública en el caso, la “aplicadora de justicia” decretó instrucción formal contra el representante arenero, pero se negó a mandarlo a prisión preventiva, como solicitaba la Fiscalía y la víctima.
Sin embargo, lo más grave aún es que, durante la audiencia, la jueza llamó la atención a la reportera del canal estatal diciéndole que “por su trabajo debe estar acostumbrada a este tipo de conductas”, demostrando no sólo desconocimiento de la ley protectora de los derechos de las mujeres, sino también falta de sensibilidad sobre la violencia de género.
Perla acosó sexualmente a la periodista Wendy Hernández frente a cámaras durante una transmisión en vivo al final de la jornada electoral del 28F. El hecho es constitutivo de delitos tipificados en la Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia hacia las Mujeres: no es un acto normal, válido y aceptable, al cual “las mujeres deban acostumbrarse”.
La deplorable afirmación de la jueza Salamanca de que la víctima “debería acostumbre” al acoso y a la violencia sexista, debería promover la institucionalización de procesos de formación y sensibilización en el sistema judicial sobre las diversas expresiones y conductas machistas que violentan los derechos y la dignidad de las mujeres.
Este caso de violencia contra la mujer confirma que no sólo es necesario que existan leyes apropiadas y que las víctimas tengan la valentía de denunciar, sino también que las juezas y jueces tengan los conocimientos, el compromiso y la sensibilidad necesaria para hacer justicia.
La indignación de la víctima, de la fiscal del caso y de las organizaciones feministas que han repudiado las expresiones de la jueza en cuestión, debería ser de toda la población que apuesta por una sociedad pacífica, armoniosa y sin violencia. Nadie debe acostumbrarse a la violencia, y menos aún las mujeres que son víctimas constantes del machismo imperante en esta sociedad patriarcal.