En días recientes ha sido noticia mundial la fuerte ofensiva contra opositores políticos en Nicaragua, impulsada por el gobierno antidemocrático que preside Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, quien es la vicepresidenta.
En la última semana fueron detenidos cuatro precandidatos presidenciales de la fragmentada oposición, varios referentes de organizaciones civiles y hasta ex dirigentes sandinistas que combatieron junto a Ortega para derrocar a la oprobiosa dictadura de Anastasio Somoza a finales de los años 70s.
Ortega, el otrora líder revolucionario de la mítica gesta sandinista de la década de los 80s en el hermano país centroamericano, ahora dirige un régimen autoritario y neoliberal arropado con un falso discurso “progresista y antiimperialista” que no deja de confundir a algunos incautos de la izquierda salvadoreña y latinoamericana.
El gobernante nicaragüense busca una nueva reelección consecutiva y -para “despejar el camino” hacia dicho objetivo- aprovecha el control del aparato estatal, especialmente del sistema judicial, para apartar a sus opositores. Además de arremeter contra organizaciones sociales y medios críticos.
La realidad actual de Nicaragua debería ser un espejo para El Salvador, pues el creciente autoritarismo del presidente Nayib Bukele podría apuntar hacia una situación similar. Igual que Ortega, el gobernante salvadoreño controla la Asamblea Legislativa, la Corte Suprema de Justicia, la Fiscalía y, desde luego, la Fuerza Armada y la Policía.
Igual que Ortega, Bukele persigue a periodistas críticos (la semana pasada su ministro de Seguridad dijo que les dan “seguimiento”) y se empeña en la aniquilación total de lo que queda de oposición (en su discurso del 1o de junio dijo que ahora va tras el “aparato ideológico”).
Entonces, ¿qué sigue en El Salvador?: ¿Viene una persecución judicial abierta contra quienes no se alineen al gobierno, acusándolos de delitos difusos como los que asigna la justicia nicaragüense a los opositores de la dupla Ortega-Murillo? ¿Habrá elecciones plurales en 2024 o se convocará a una asamblea constituyente para establecer la reelección presidencial?
Hace algunas semanas, el reconocido abogado Fabio Castillo declaró que el presidente Bukele y sus hermanos “tienen un plan para gobernar 40 años”. ¿Se repetirá la historia de una dinastía como la “Meléndez-Quiñones (1914-1928) un siglo después?
Es en serio, la ciudadanía democrática debería preguntarse con profunda preocupación, ¿si El Salvador va camino a Nicaragua?.