//Enfrentar el COVID-19 desde la organización comunitaria y la solidaridad: la experiencia de Nuevo Gualcho

Enfrentar el COVID-19 desde la organización comunitaria y la solidaridad: la experiencia de Nuevo Gualcho

En El Salvador más de dos mil personas han fallecido a causa de la pandemia de COVID-19, según datos oficiales, desde que esta fue declarada como emergencia nacional en marzo de 2020. Pese a las implicaciones que esto ha tenido para el país y la vida de la población, en distintos territorios las comunidades han hecho frente a la enfermedad y protegido a sus habitantes implementando alternativas comunitarias, cuyas claves han sido la organización y la solidaridad. En este reportaje narramos la experiencia de la comunidad Nuevo Gualcho, ubicada en el municipio de Nueva Granada, departamento de Usulután, en el oriente salvadoreño.

“Cuando llegamos a la casa ella ya no podía respirar, el oxígeno se le acababa” relata don Juan Alfaro sobre su esposa. “Mis hijas se convirtieron en enfermeras, atendiendo y tratando de rescatar a su mamá”.

Fue ese el momento en el que la familia Alfaro se enteró que la matriarca de la familia  se había contagiado de COVID-19. Sospechan que fue después de asistir al velorio de una nieta.

Los Alfaro viven en Nuevo Gualcho, una comunidad de 213 familias ubicada en el municipio de Nueva Granada al norte del departamento de Usulután. Un lugar con un clima muy cálido, característico de la zona oriental de El Salvador. Ahí la mayoría de sus habitantes subsisten de la agricultura, otros de las remesas familiares desde Estados Unidos, dado que durante la guerra civil de la década de los 80’s muchas personas emigraron.

En la comunidad Nuevo Gualcho de Nueva Granada, Usulután, habitan 213 familias.

“Cuando estábamos claros que era el virus hablamos con un doctor para que la viniera a ver. Le pedí a uno de mis hijos que buscara a alguien que pudiera atenderla, que supiera de la enfermedad. Hasta entonces yo no tenía síntomas”, recordó, sentado en el patio de su casa, rodeado de árboles de jocotes y mangos.

Juan Alfaro narra la experiencia de su familia al vivir el contagio de COVID-19.

Unos  días después, cuando Juan como sus hijas empezaron a presentar  síntomas de COVID-19, no sólo buscaron tratarse con un médico particular pero también  decidieron aislarse en su casa. “La decisión fue estar juntos”, para cuidarse entre ellos, dice, pero a la vez cuidar a su comunidad.

Fue este compromiso comunitario que ayudó a Nuevo Gualcho a controlar la pandemia dentro de sus fronteras, aseguran expertos y líderes comunitarios. De las más de 200 familias que habitan en la zona, solamente 10 personas se contagiaron, lo cual se constató con la realización de pruebas PCR, según el médico de la comunidad.

Era un momento en el que a nivel nacional  el Ministerio de Salud advertía un aumento de contagios.

En la primera quincena del mes de octubre de 2020, cuando en la familia Alfaro se confirmaron los contagios, los datos oficiales daban cuenta de un incremento de los casos de coronavirus COVID-19 en todo el país. En ese período se pasó de tener un promedio diario de 80 casos a entre 200 y 300 nuevos contagios identificados.

Cifra de nuevos casos de COVID-19 identificados el 15 de octubre de 2020. En ese período se registró un aumento en la cifra de contagios. Imagen del sitio oficial covid19.gob.sv.

Fue entonces que la Asociación de Desarrollo Comunal (ADESCO), así como los grupos de jóvenes y de mujeres de la localidad, iglesias y el Equipo Comunitario de Salud Familiar (Eco), decidieron establecer una “cuarentena voluntaria” para prevenir que más personas se contagiaran.

Los jóvenes y líderes comunitarios se sumaron para asegurarse que se acataran las restricciones mientras ofrecían apoyos, incluyendo alimentos, para que los más vulnerables pudieran quedarse en casa.

A nivel nacional, el gobierno ya había impuesto una cuarentena domiciliar obligatoria entre marzo y junio, periodo en el cual se detuvieron la mayor parte de actividades del país (comercio, industria, transporte, educación, entre otras), medida que la comunidad cumplió.

Todas las decisiones para proteger a la comunidad Nuevo Gualcho del COVID-19, se tomaron de forma autónoma, explica Juana Rivas Zavala, presidenta de la ADESCO “Francisco Morazán”.

“En la comunidad se puso controles sanitarios como dos o tres meses, eso fue bastante interesante, nadie nos dijo pongan eso, sino que las mujeres jóvenes lo hicieron. Todo carro que entraba se desinfectaba (con soluciones preparadas con amonio, lejía o puriagua)”, cuenta Juana. Estas fueron las primeras acciones que en Nuevo Gualcho se implementaron para protegerse del virus.

Al enterarse del caso de la familia Alfaro, relata Juana, decidieron tomar medidas inmediatas. “Se habló (representantes de la ADESCO) con la gente y dijeron que estaban de acuerdo (con la cuarentena voluntaria)”, explica la lideresa. 

Solamente hubo un caso de una persona que expresó su descontento con la medida debido a que se cerraría la iglesia. Frente a la situación, los liderazgos sostuvieron una reunión con la persona para profundizar en las razones e importante de implementar la cuarentena. Al final, según Juana, la persona accedió y acató la decisión.

Decidieron no informar al delegado de Protección Civil ni a la alcaldía de Nueva Granada, municipio al que pertenece la comunidad Nuevo Gualcho, debido a que se realizaba como una iniciativa de la comunidad y así querían que se mantuviera, en control de la comunidad.

“Fuimos a una de las reuniones del Comité de Protección Civil y vimos a un montón de chaneques (así se les llama a los militares de forma popular), y le pregunto a la secretaria del alcalde: ¿y estos para dónde van?, la secretaria me dijo van a la comunidad a apoyarles con el cerco sanitario. Y entonces le dije, nosotros no necesitamos a militares en la comunidad, nosotros nos cuidamos solos, y no me fijé que al jefe lo tenía atrás de mi espalda”, explica doña Juana, riéndose.

Juana Rivas, presidenta de la ADESCO, habla sobre el proceso de organización de la cuarentena voluntaria.

La reacción de rechazo a los militares por parte de la lideresa fue debido a que meses antes de la cuarentena voluntaria en Nuevo Gualcho, en otros municipios de El Salvador con altos índices de contagios, el gobierno instaló cercos sanitarios, pero con una fuerte presencia militar más que de autoridades de salud. El liderazgo de la comunidad no quería la presencia de soldados y policías en su territorio debido a que el enfoque de su iniciativa era educativo-preventivo y no de imposición. Otro factor que jugó un papel importante en su decisión fue que la misma historia de la comunidad estuvo marcada en la década de los 80’s, durante la guerra civil, por la represión de militares.

Proceso histórico de organización comunitaria

Nuevo Gualcho es una de las comunidades que durante la guerra civil de El Salvador (1980-1992) tuvo que salir del país para proteger la vida de sus habitantes y refugiarse en campamentos de Naciones Unidas en Honduras.

Al volver, para repoblar su territorio, a finales de la década de los 80’s, la organización comunitaria fue clave para reiniciar el camino y reconstruir su vida.

El municipio de Nueva Granada, donde se ubica la comunidad Nuevo Gualcho, se ubica al norte del departamento de Usulután.

Para Juana, presidenta de la ADESCo de Nuevo Gualcho, este pasado organizativo ha sido una de las claves que ha permitido que en la actualidad se puedan impulsar procesos de defensa de la comunidad, como la cuarentena voluntaria contra la COVID-19.

“Todo el proceso que hemos traído, esa experiencia que hemos contado a la mayor parte de nuestros hijos e hijas ha resultado en el empoderamiento de la comunidad”, dice la lideresa. Además, agregó que otro factor importante ha sido la solidaridad entre las personas que viven en Nuevo Gualcho. “Creo que todavía tenemos ese sentido de comunidad”, agregó.

La lideresa destacó que el proceso organizativo histórico de la comunidad fue clave para el éxito de la cuarentena voluntaria.

Similar a la experiencia en Nuevo Gualcho, otras comunidades organizadas del país como Santa Marta, en el departamento de Cabañas, y Ciudad Romero, ubicada al sur del departamento de Usulután, en el municipio de Jiquilisco, también retomaron su trabajo de organización histórico para ponerlo en función de prevenir la pandemia de COVID-19, manteniendo el “sentido comunitario”, que Juana Rivas señala, ése que trasciende del individualismo de las familias a pensar en la colectividad y el bienestar de todas las personas que viven en sus comunidades.

Protección comunitaria sin presencia militar

Para la implementación de la cuarentena voluntaria, la ADESCO y los liderazgos comunitarios sostuvieron reuniones con los sectores de la comunidad: mujeres, jóvenes, dueños de tiendas, personas adultas mayores e iglesias, a quienes se les explicó que durante 15 días no se podría salir, a menos que fuera estrictamente necesario.

Comité de prevención de la comunidad Nuevo Gualcho durante una reunión de evaluación de la cuarentena voluntaria. Foto: Radio Izcanal

En el caso de las tiendas, en las que las personas compran alimentos principalmente, se dio la opción de realizar entregas a domicilio. Para las ventas de pupusas (comida típica del país) se suspendió el consumo en los locales, solamente podría darse el servicio para llevar. Las personas que debían salir a sus trabajos fuera de la comunidad podían hacerlo, pero solamente se permitía que se desplazaran de su casa a sus lugares de trabajo y viceversa.  

“Creo que no es necesario tener el medicamento para poder nosotros prevenir la enfermedad”, dice Juana. Como parte de las acciones, además, se realizaron procesos educativos para sensibilizar a las familias sobre la importancia del lavado de manos y el uso de la mascarilla como medida para evitar contagiarse.

Los diversos sectores de la comunidad fueron clave para la implementación de la cuarentena, dando seguimiento a que esta se cumpliera y en el acompañamiento a las familias más vulnerables, sobre todo aquellas de más bajos ingresos económicos. Por eso, además de la medida sanitaria, también se realizaron gestiones de alimentos, pues este fue uno de los temas que generaba preocupación, según Roselia Herrera, presidenta de la Asociación Municipal de Mujeres e integrante de la pastoral social de la comunidad.

“Nos incorporamos al esfuerzo de coordinar el apoyo de un grupo de jóvenes británicos para poder obtener bolsas de alimentos y hacer una distribución para las personas más necesitadas en la comunidad”, explicó la lideresa.

En el caso de las personas jóvenes, su aporte fue, sobre todo, para la sensibilización de la comunidad. Imelda Amaya, presidenta de Asociación Juvenil Quetzalcóatl, cuenta que tras la decisión de implementar la cuarentena los jóvenes se sumaron a la comisión de protección civil local para dar seguimiento al cumplimiento de la medida.

“Instalamos controles sanitarios en los que se desinfectaban a quienes entraban a la comunidad, a las personas y los vehículos, se garantizaba (mediante un control instalado a la entrada de Nuevo Gualcho) que se usara mascarilla y se realizaron visitas a las tiendas para que también ahí se tuvieran controles. Fuimos vigilantes de que las personas cumplieran la cuarentena voluntaria”, relató.

Imelda Amaya, presidenta de la Asociación Juvenil Quetzalcóatl, y Roselia Herrera, presidenta de la Asociación Municipal de Mujeres.

A este esfuerzo de la comunidad Nuevo Gualcho sumó apoyo el Foro Nacional de Salud (FNS), una organización que nació en 2011 como parte de la Reforma de Salud que por nueve años se implementó en el sistema sanitario del país. El comité del FNS que trabaja con la comunidad Nuevo Gualcho facilitó equipos de bioseguridad para las familias, entregaron alcohol gel, mascarillas, desinfectante, gabachas y equipo para el Eco familiar.

¿Y al final? “Fue una experiencia exitosa, se contuvo el brote de más casos”, explicó Rina Ábrego, representante del Foro Nacional de Salud. “No se le pidió ayuda a la Fuerza Armada, la misma comunidad fue consciente del proceso de aislamiento y se les dio información de en qué consistía y cuál iba a ser el proceso que debían seguir”.

Para Ábrego, también fue importante el respeto mostrado por las comunidades aledañas y el apoyo que la alcaldía dio a Nuevo Gualcho. Cuenta que también se explicó a vendedores y personas externas a la comunidad que por 15 días no habría acceso. “De nada hubiera servido cerrar si la comunidad no acata las recomendaciones”, agregó.

Declaraciones de Rina Ábrego, representante del Foro Nacional de Salud (FNS).

A nivel nacional se ha señalado que se ha roto el vínculo y coordinaciones entre el Ministerio de Salud y las organizaciones y comités locales. Sin embargo, esto no afectó el trabajo preventivo que realizó la comunidad Nuevo Gualcho, donde -según el FNS- todavía pueden coordinar acciones con el Eco familiar.

El rol de la radio comunitaria: clave para el éxito de la prevención

Otra de las claves que abonó al cumplimiento exitoso de la cuarentena voluntaria fue la Radio Izcanal, una emisora participativa creada por la comunidad y que sirvió como la herramienta de comunicación entre la ADESCO y la gente. Este proyecto radiofónico se gestó durante la permanencia de la comunidad en los campamentos de refugiados en Honduras. Al volver a su territorio, a finales de los años 80’s, además de repoblar su tierra, también se dio vida a “Radio Izcanal”. El nombre de la emisora proviene del de un arbusto llamado “izcanal”, que se caracteriza por tener muchas espinas y crecer en climas difíciles, como el calor de Nuevo Gualcho. Además porque cuando las familias vuelven al territorio fue el único tipo de vegetación que encontraron.

Radio Izcanal ha sido, desde entonces, el medio de comunicación de la comunidad con el que se informan, entretienen y educan y que es utilizado como altavoz de la realidad local, y a nivel nacional a través de la Asociación de Radiodifusión Participativa de El Salvador (ARPAS), de la que son una de las emisoras fundadoras.

Es así que durante la cuarentena voluntaria la radio acompañó a la comunidad orientando a través del dial, informando y también tratando de llevar calma, dado que según cuenta Carlos Amaya, periodista de la emisora y habitante de Nuevo Gualcho, cuidar la salud mental era también un aspecto que se consideraba fundamental para el éxito del encierro voluntario.

“Desde la radio, desde la programación orientábamos y educábamos a la comunidad Nuevo Gualcho y a otras comunidades (adonde llega la señal de la emisora) porque sabíamos que el encierro podría afectar a las familias, por ejemplo realizábamos entrevistas a psicólogos (para saber cómo sobrellevar el estrés y ansiedad). También orientábamos sobre las medidas de bioseguridad que debían seguirse”, explicó el periodista.

Carlos Amaya, periodista de Radio Izcanal, explica el acompañamiento comunicativo que dieron a la comunidad durante la cuarentena voluntaria.

Esta fue una de las particularidades que destacan y hacen diferente del esfuerzo de la comunidad Nuevo Gualcho, pues hizo uso de su propio medio de comunicación para que las personas se sintieran informadas y que supieran que la acción que estaban tomando era para resguardarse de más contagios. La radio fue un vehículo para que la voz del liderazgo llegara a cada familia y una esperanza en un momento difícil para la comunidad.  

Los resultados

Aunque no se han hecho estudios para analizar la eficacia de la cuarentena voluntaria, de acuerdo a la ADESCO Francisco Morazán , el hecho que además de la familia Alfaro no se registraron nuevos casos de COVID-19 en los meses posteriores es prueba de que tuvo éxito.

Esta afirmación es confirmada por José René Cornejo Lobato, médico coordinador del Eco familiar de Nuevo Gualcho. Según el galeno, entre los factores que permitieron que la acción fuera efectiva, y uno muy importante, fue que para empezar los familiares contagiados no salieron de su casa. Con esto, dijo, se disminuyó el riesgo de propagación del virus, que se transmite por el contacto con gotas de saliva de una persona infectada.

“(A la familia) se les visitó para entregarles medicamentos y víveres. Meses después hubo casos sospechosos, pero nunca fueron confirmados y en los que se hizo prueba (PCR) salió negativa”, explicó el doctor Cornejo. “Se cortó nexo epidemiológico”, agregó.

Doctor René Cornejo, director del Eco Familiar de Nuevo Gualcho, habla sobre cómo se acompañó la cuarentena voluntaria.

Explicó que en Nuevo Gualcho durante la pandemia aproximadamente 10 personas se han contagiado de COVID-19, incluida la familia Alfaro. “Sabíamos que teníamos familias dentro de la comunidad que habían salido positivas”, dijo. Destacó que la organización comunitaria y la rápida acción detuvieron la propagación del virus.

“Gracias a Dios no contaminamos a nadie. Logramos que ese virus no se expandiera por nosotros, ni en la familia ni en la comunidad”, dijo con satisfacción don Juan Alfaro.

Para ellos el sentido de cuido a su comunidad fue importante. Ahora, cuando su familia ya superó la enfermedad, Juan reflexiona sobre que “en la medida en que nosotros nos hubiéramos tomado la libertad de andar para arriba y para abajo habríamos sido responsables de ser el medio para que otra persona sufra esa enfermedad. Tomamos esa decisión y creo que la tomamos bien”.

Juan Alfaro reflexiona que la decisión de su familia de aislarse fue “la correcta” para proteger a su comunidad.

Organización: clave para el trabajo comunitario

Para el doctor Eduardo Espinoza, ex vice ministro de salud, la coordinación de la comunidad, cómo se hizo en el caso de Nuevo Gualcho, es clave para que iniciativas como esta puedan no sólo funcionar, sino ser replicadas.

Para él, el abordaje comunitario es básico para enfrentar cualquier tipo de enfermedad. “El primer nivel debe responder al 90% de las atenciones de salud que se presentan en la comunidad. En comunidades pequeñas es más fácil controlar el aparecimiento de un brote y detener la diseminación de una enfermedad”, explicó el ex funcionario, quien fue uno de los impulsores de la Reforma de Salud en la que se construyó la atención en salud por niveles.

Declaraciones del médico Eduardo Espinoza, ex viceministro de salud sobre efectividad de la organización como medida de prevención de enfermedades.

En el caso del COVID-19, dice Espinoza, el 80% de los casos no requieren hospitalización, sino que pueden tratarse en la comunidad. Por eso, afirma, es importante que se identifique cuáles son los grupos de mayor vulnerabilidad, uno de éstos las personas adultas mayores.

El médico lamenta que en la actual gestión gubernamental que preside Nayib Bukele el sistema básico de salud se haya debilitado. “Durante la pandemia se descuidaron otros temas. No hay atención a personas adultas mayores ni pacientes crónicos que están en las comunidades, esto se debe tener en cuenta a la hora de diseñar programas de atención como en el caso de la pandemia”, apunta.

Además, comentó que sumado a la organización de la comunidad, otras claves que permitieron que la experiencia que la cuarentena voluntaria tuviera éxito fueron la participación social y el trabajo conjunto con el personal de salud. “Estos tres elementos son parte de lo que se conoce como ‘atención primera en salud’. Hasta el momento esto sigue funcionando, la gente no sigue en cuarentena pero ya no se registraron casos”, explicó el médico.

Agregó que la comunidad propuso a la alcaldía de Nueva Granada, municipio donde se ubican, replicar la experiencia, sin embargo el alcalde se negó. “En consecuencia tuvieron un brote mucho más amplio e incluso tuvieron que lamentar cinco muertes, cosa que no sucedió en Nuevo Gualcho”. La comunidad se ubica a ocho kilómetros del caso urbano del municipio.

El investigador, educador y director de la Revista Disruptiva de la Universidad Francisco Gavidia (UFG), Óscar Picardo también comparte las críticas por el “debilitamiento de sistema local de salud pública ha afectado durante la pandemia”, sobre todo porque no se ha realizado trabajo epidemiológico de campo. “El sistema de salud ha estado muy pasivo, esperando a que las personas llegaran”, agregó.

Declaraciones del Dr. Oscar Picardo, quien explica cómo acompañaron otras experiencias de prevención desde procesos educativos y de sensibilización contra el COVID-19.

Además, señala que situaciones como la pandemia de COVID-19 deben tratarse desde una perspectiva local en diálogo con las comunidades y no con “cercos policiales ni militares, sino de información y educación para identificación temprana de casos”.

La UFG, junto a otras entidades como el Colegio Médico de El Salvador, dieron vida a la iniciativa “Observatorio COVID-19”, desde la que se registró información de contagios a partir de modelos matemáticos a nivel nacional, dada la falta de información transparente por parte del gobierno.

Como parte de esta iniciativa se implementaron esfuerzos llamados “Cercos Epidemiológicos Inteligentes (CEI)”, con los que se crearon mapas interactivos a los que las personas podrían tener acceso para saber en qué zonas había advertencias de contagios. Esto se llevó a cabo en el municipio de San José Villanueva, en el departamento de La Libertad.  

“Se generaron advertencias de lugares donde se habían identificado casos de personas contagiadas bancos, comercios, etc. La disciplina social es fundamental para lograr la prevención voluntaria”, afirma Picardo.

Por eso, señala Rina Ábrego, del Foro Nacional de Salud (FNS), el caso de Nuevo Gualcho ha resultado efectivo, la coordinación entre comunidad y Eco familiar permitió impulsar las medidas de prevención.

“El enfoque de corresponsabilidad es necesario, es decir, la comunidad debe participar conscientemente, saber cuál es el rol y el personal de salud apoyar en lo que se requiera”, agregó. Y destacó que la autonomía de la comunidad y la visión clara del problema, también fue fundamental.

Juana Rivas, presidenta de la ADESCO, también comentó que la voluntad de las 213 familias fue fundamental. “Las comunidades debemos aprender a cuidarnos solos. Nosotros pasamos en permanente campaña de educación, orientación y motivación, mes a mes damos charlas con el médico y la psicóloga. Nos hemos mantenido gracias a la organización de la comunidad”, dijo la lideresa.

La experiencia de Nuevo Gualcho de realizar una cuarentena voluntaria ha sido única en El Salvador y expertos señalan que es un ejemplo de que cuando las comunidades se organizan los procesos, en diferentes temas, avanzan y les permiten protegerse de situaciones como la pandemia de COVID-19.

Camino principal de la comunidad Nuevo Gualcho.

Para Juan Alfaro, el pasado de su familia, marcado por la guerra y el desplazamiento forzado, fue clave para sobrepasar la pandemia.

“Si hemos pasado momentos más difíciles en la guerra”, Alfaro le dijo a su familia cuando decidieron aislarse para cuidar a la comunidad, “esto lo vamos a superar”.

Reportaje versión podcast. Locución: Norma Ramírez. Edición: Eduardo González.

Este artículo hace parte de la serie de publicaciones resultado de la Beca de periodismo de soluciones de la Fundación Gabo y gracias al apoyo de Open Society Foundations, institución que promueve el uso del periodismo de soluciones en Latinoamérica.

Créditos:
Redacción e investigación: Norma Ramírez
Apoyo técnico y reportes: Carlos Amaya
Edición: Perla Trevizo y Leonel Herrera
Podcast: Norma Ramírez y Eduardo González