En las últimas semanas se ha debatido en medios de comunicación y redes sociales sobre las propuestas de reformas a la Constitución, elaboradas por un equipo ad hoc coordinado por el vicepresidente Félix Ulloa y que serán presentadas en septiembre, en el marco del bicentenario de la independencia.
Este editorial presenta breves valoraciones sobre esta discusión, usando el resumido esquema de “lo bueno, lo malo y lo feo”.
Lo bueno. La iniciativa es positiva como oportunidad para actualizar el marco constitucional, enfocándose en la construcción de un Estado más democrático y un modelo económico justo, incluyente y sustentable, a través de mecanismos de democracia participativa y la ampliación del reconocimiento de derechos, especialmente en materia ambiental, social y diversidad sexual.
En tal sentido son importantes propuestas como crear una contraloría del Estado, incorporar el referendo para consultar a la población sobre decisiones trascendentales y reconocer el derecho al agua, como proponen organizaciones ambientalistas.
Lo malo. Dicho propósito democratizador, sin embargo, se desdice con la pretendida reelección presidencial que acabaría con la alternancia en el gobierno, una de las llamadas “cláusulas pétreas” de la carta magna.
Por más que el vicepresidente Ulloa lo niegue, lo confirma la vocación autoritaria del presidente Nayib Bukele. Vale recordar que según el abogado Fabio Castillo, ex miembro de la comisión que trabaja las propuestas de reformas, Bukele y sus hermanos planean gobernar 40 años.
Posiblemente la estrategia sea no incluir inicialmente la reelección presidencial en el pliego de reformas, pero luego se incorporará a iniciativa de los “diputados cyan” o por petición de algún “movimiento ciudadano” que desea a Bukele en el poder por más de un período.
La reelección no es buena ni mala en sí misma, lo es en función de la actitud democrática o antidemocrática de quien busca reelegirse y del proyecto político que representa. Y Bukele -dada su conducta antidemocrática, sus ansias de poder total y el carácter populista y neoliberal de su gobierno- sería gravemente peligrosa su reelección o la designación de algún títere manejado por él tras bambalinas.
Lo feo. Aprovechando la gran popularidad actual de Bukele, los promotores de las reformas quieren avalarlas en un referendo y saltarse el procedimiento establecido en el artículo 248 de la Constitución, según el cual se aprueban con mayoría simple en la legislatura vigente y se ratifican con mayoría califica en la siguiente gestión parlamentaria.
Ante las críticas, Ulloa también lo negó. Sin embargo, no es creíble.