En un editorial anterior señalamos el silencio gubernamental frente a denuncias de corrupción, las desapariciones de personas, el drama migratorio de miles de compatriotas, el alza de precios en los combustibles y demás problemas que afectan la cuidada imagen del presidente Nayib Bukele.

Dicha estrategia de silencio continúa con otros temas críticos para el gobierno, entre éstos el reciente decomiso de 700 kilos de cocaína en un puerto español, transportados en un contenedor de un barco que pasó por El Salvador. Según medios internacionales, eran 21 bolsas negras repletas de droga escondidas en productos textiles cuyo destino final era Portugal.

Este hecho plantea, al menos, tres preguntas que deberían responder las autoridades salvadoreñas. La primera es: ¿esa droga se embarcó en El Salvador, o ya venía de otro país?; la segunda es: ¿si la droga venía de otro país, por qué no fue detectada en el nuestro?; y la tercera es: ¿si fue detectada aquí, por qué no fue detenida?

Sin embargo han guardado silencio las autoridades de CEPA, el gabinete de Seguridad y el propio presidente Bukele. El mandatario  que acostumbra pronunciarse constantemente en sus redes sociales no ha dicho nada  sobre este escabroso hecho.

Durante la última semana el mandatario ha descalificado en Twitter al médico Iván Solano, al ex presidente del BCR Carlos Acevedo, al diputado del PARLACEN Norman Quijano y a su antiguo aliado Roger García; pero no ha escrito nada sobre el decomiso de droga en España

Bukele también anunció un acuerdo con las gasolineras sobre pagos con Bitcoin y la construcción de un hospital para mascotas con las supuestas ganancias de la criptomoneda, inauguró el periférico de San Miguel y publicó una encuesta que lo posiciona como “el presidente mejor percibido”; pero no dijo nada sobre el decomiso de la droga que salió o pasó por el país.

El presidente, además, ofreció más obras de infraestructura, se refirió la supuesta división en Nuevas Ideas y hasta mintió diciendo que su gobierno ha invertido en educación más de lo que se hizo en los último 40 años; pero no escribió una palabra sobre el decomiso de droga en cuyo traslado podría haber complicidad salvadoreña.

Esta estrategia comunicacional de Bukele más bien podría llamarse de “bulla y silencio”, pues consiste en hablar para atacar a sus adversarios o para hacerse buena propaganda; y callar en temas críticos y cuando le conviene.