El Juzgado de Instrucción de Ahuachapán mandó a sentencia a los líderes comunitarios de Tacuba que defienden sus proyectos de agua. A pesar de que el actual alcalde Luis Carlos Milla ha retirado la demanda interpuesta por su predecesor, Fiscalía y tribunal prosiguieron con ese juicio ilegal, arbitrario e injusto.
Sin que la representación fiscal presentara una sola prueba del delito de hurto y sin tener en cuenta los argumentos de la defensa, la Jueza Yanet Coto León, resolvió contra los pobladores de Tacuba que reivindican su derecho al vital líquido.
El proceso judicial contra estos líderes comunitarios es emblemático por dos razones. La primera es que se trata de un proceso irregular e ilegítimo, donde la institucionalidad estatal (Fiscalía y Sistema Judicial) conspira contra ciudadanos humildes que defienden un patrimonio vital: sus proyectos comunitarios de abastecimiento de agua potable. Esta defensa del patrimonio común es contra las pretensiones de un poderoso (el ex edil arenero Joel Ramírez) que quiere arrebatárselos.
Y la segunda razón es porque enjuiciando y -probablemente- condenando a los líderes de Tacuba, se pretende enviar un mensaje a todos/as activistas y defensores de derechos humanos, quienes podrían ser igualmente perseguidos por este aparato judicial clasista que se ensaña con los pobres y sirve fielmente al interés de los poderosos.
Monseñor Óscar Arnulfo Romero decía que “la Justicia es como la serpiente, que sólo muerde al que anda descalzo”. Así que, al empacharse con los pobres pobladores de Tacuba que defienden su agua, Fiscalía y tribunal actúan como “serpientes”.
La justicia salvadoreña sigue siendo como decía San Romero. Es contundente contra líderes comunitarios, mujeres pobres que abortan accidentalmente o quienes “roban una gallina” por hambre; pero es complaciente y sumisa ante los delitos de los poderosos. Es posible que la Jueza y los fiscales de este caso, tendrían un actitud distinta si los procesados fueran grandes empresarios evasores de impuestos o altos funcionarios corruptos, en vez de humildes pobladores de Tacuba.
Por eso el Arzobispo Mártir llamaba a “cambiar de raíz todo el sistema”, llamado que es tan actual como la crítica misma al sistema judicial. El Salvador necesita una profunda depuración de la institucionalidad responsable de investigar los delitos y aplicar justicia.
Ojalá que la injusticia cometida contra los líderes comunitarios de Tacuba genere indignación, reclamo y movilización popular para que haya un verdadero sistema de justicia y no éste que es como la serpiente.
Ojalá que así sea.