El Presidente Nayib Bukele ha solicitado a la Asamblea Legislativa la aprobación de 740 millones de dólares, para financiar su plan de reactivación económica, en medio de la pandemia del COVID-19. De éstos, 600 millones serán para préstamos a las micro, pequeñas, medianas y grandes empresas; 90 millones para el sector informal, a través de CONAMYPE; y 50 millones para la compra de 1.7 millones de canasta básicas alimentarias para que en el país “nadie se muera de hambre”.
Bukele, además, anunció que trabaja en una propuesta de otro préstamo de 500 millones para “reconstruir el agro”. En total, serían 1,240 millones de dólares de más endeudamiento que los diputados avalarán si aceptan la solicitud presidencial.
Es curioso que el Presidente Bukele solicite más prestamos, sin siquiera haber adquirido la totalidad de los 2,000 millones aprobados por la Asamblea hace un mes, pues de éstos sólo ha contratado un préstamo de 389 millones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que -por cierto- puso como condición incrementar el IVA, subir impuestos a los combustibles y reducir el gasto público en 900 millones de dólares. Pero de eso hablaremos en otro editorial.
Ahora queremos hacer dos llamados urgentes. Uno es a la Asamblea: “no le firme cheques en blanco” a un presidente que ni siquiera “ha gastado el saldo actual”; es decir, no ha concretado los préstamos ya autorizados. Los diputados deben exigir informes de los préstamos aprobados y planes detallados de ejecución de los nuevos empréstitos.
Y el otro es al Ejecutivo: debe buscar alternativas a más endeudamiento. El Presidente, aprovechando el respaldo popular, deberían plantearse una serie de medidas orientadas a mejorar las finanzas estatales, reactivar la economía y financiar las políticas públicas, sin endeudar más al país. Algunas de éstas, son:
1. Desprivatizar las pensiones. Bukele debería exigir a los diputados renacionalizar las pensiones; así detendría la deuda previsional que supera los 4,000 millones de dólares y conseguiría los 600 millones de dólares anuales para pagar a los 98 mil pensionados que se quedaron en el sistema público.
2. Renegociar la deuda externa. El gobierno destina anualmente más de 1,000 millones de dólares para saldar compromisos de deuda; dichos fondos podrían destinarse a obras y proyectos sociales si hubiera una moratoria del pago de la deuda, se renegociarán intereses y plazos de pago o se canjeara pago de deuda por mejoras de algunos indicadores sociales.
3. Combatir la evasión y elusión tributaria. Una fuerte apuesta presidencial debería ser recuperar los 2,000 millones de dólares anuales de evasión de impuestos; así como derogar o reformar la veintena de leyes que promueven la evasión y conceden injustificadas exenciones tributarias a las grandes empresas.
4. Aprobar un reforma fiscal progresiva donde “paguen más quienes tienen más”. El Ejecutivo debería proponer impuestos directos al patrimonio de los más ricos, a la gran ganancia empresarial, a las grandes transferencias financieras y a los bienes y servicios de lujo.
5. Reducir gasto superfluo. En el plano de los gastos, la Administración Bukele debería reducir los salarios de los altos funcionarios, disminuir el gasto en publicidad en medios de comunicación y redes sociales, y eliminar todo gasto innecesario.
Este gobierno, que prometió actuar diferente, debería considerar estas medidas y no ir por el camino más fácil de un mayor endeudamiento que vendrá acompañado inevitablemente de ajustes neoliberales como el que ya exigió el FMI, lo cual impactará negativamente las condiciones de vida de los sectores populares y capas medias.