El pasado 3 de mayo se celebró el Día Mundial de la Libertad de Prensa, instituido por la Asamblea General de la ONU en 1993 con el propósito de: “Fomentar la libertad de prensa en el mundo al reconocer que una prensa libre, pluralista e independiente es un componente esencial de toda sociedad democrática”.
En el país, dicha conmemoración es más que oportuna para reflexionar sobre esta libertad democrática que ha tenido marcados retrocesos durante el gobierno de Nayib Bukele, los cuales se han agravado aún más en el contexto de la pandemia de COVID-19. Por esta situación han expresado preocupación, incluso, instancias internacionales como Reporteros Sin Fronteras, Human Rights Watch y la Alta Comisionada de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
La libertad de prensa enfrenta siempre amenazas directas e indirectas. Las directas están relacionadas con restricciones formales o fácticas al trabajo informativo de los medios: censura, falta de acceso a información pública, violencia contra periodistas, entre otras; y las indirectas tienen que ver con la autocensura, la concentración mediática y los intereses corporativos que condicionan la agenda periodística.
En El Salvador, las amenazas indirectas se mantienen debido -principalmente- a la alta concentración de los medios tradicionales (radio, televisión y medios escritos). Sin embargo, los efectos de esto se han logrado contrarrestar un poco con el auge de los medios digitales y el uso de las redes sociales.
El problema mayor radica actualmente en el incremento y agravamiento de las amenazas directas, relacionadas con algunas acciones y omisiones del gobierno. La más grave es el inacceso a la información pública: denegación de solicitudes presentadas a través de la LAIP, política de información centralizada en Casa Presidencial, funcionarios que no conceden entrevistas, conferencias de prensa sin preguntas de los periodistas, etc.
Y la otra amenaza que emana de la conducta de CAPRES es la descalificación y estigmatización de medios críticos, trabajo sucio que realiza directamente el secretario de prensa Ernesto Sanabria. A esto se suma el clima de acoso, violencia y linchamiento digital en redes sociales contra periodistas que señalan fallas del gobierno o publican denuncias ciudadanas.
Así que esta celebración del Día Mundial de la Libertad de Prensa es para exigir al Presidente Bukele y a su gobierno el respeto irrestricto a este principio democrático. El llamado es también a la Asamblea Legislativa y demás instancias estatales que en diferentes momentos han sido señaladas de impedir o bloquear el libre ejercicio periodístico.