La semana pasada fue designado como nuevo presidente del Instituto de Acceso a la Información Pública (IAIP), el abogado Ricardo Gómez, propuesto por las universidades. Gómez fue procurador adjunto de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) y tiene un perfil de idoneidad para presidir la institución responsable de asegurar el derecho ciudadano a la información.
La ocasión es oportuna para proponer tres desafíos urgentes del IAIP que deberían ser prioritarios en el plan de trabajo del nuevo comisionado presidente.
El primero es mantener la independencia de las demás instituciones y poderes estatales, especialmente del Ejecutivo. Hechos como la filtración de datos privados de los solicitantes de información pública, desde el IAIP hacia Casa Presidencial, no deben volver a suceder. Gómez y demás comisionados/as deben rechazar cualquier intento gubernamental de controlar al Instituto e interferir en sus funciones.
El segundo es velar por el pleno cumplimiento de la Ley de Acceso a la Información Pública (LAIP), normativa que es violentada sistemáticamente por el actual gobierno. La Administración Bukele ha cerrado el acceso a información declarándola “inexistente” o inventando causales de negación que no existen en la ley; y en el marco de la pandemia del COVID-19 también “puso en cuarentena” las Oficinas de Información y Respuesta (OIR).
Gómez y compañía deben exigir al gobierno que cumpla la ley y presentar denuncias en la Fiscalía contra todos los funcionarios que niegan información pública sin justificación válida.
Y el tercer desafío es promover una actualización de la LAIP, incorporando -por ejemplo- elementos del nuevo contexto info-comunicacional relacionados las redes y plataformas digitales. Así se podrían definir como fuentes de información pública las cuentas oficiales de funcionarios e instituciones en redes sociales, para que nadie sea bloqueado/a cuando pregunta o cuestiona algo.
Para esto el IAIP debería promover un amplio debate con las organizaciones ciudadanas, el gremio periodístico, los medios de comunicación, la academia, la PDDH y entidades internacionales como la Relatoría de Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Esperemos, pues, que el nuevo presidente del IAIP esté a la altura de estos desafíos prioritarios.
Ojalá que así sea.