El periodismo -dice Lorenzo Gomis- es la interpretación del presente social. En su libro “Teoría del Periodismo: Cómo se forma el presente” (1991) sostiene que la función del periodismo y los periodistas es “proporcionar a la ciudadanía la información que necesita para interpretar su realidad y transformarla”.
Unos cien años antes que este profesor español, Joseph Pulitzer -considerado el fundador del periodismo de Estados Unidos- planteó que el periodismo debía proveer información útil para “luchar por el progreso y la reforma, denunciar las injusticias y la corrupción, y combatir siempre a los demagogos”.
En los años sesenta y setenta del siglo pasado, las ideas de Pulitzer tomaron acción en un movimiento periodístico que se concebía como el “cuarto poder”, cuya tarea fundamental era “fiscalizar a los tres poderes estatales”. Este periodismo crítico denunció injusticias en las fábricas, respaldó los derechos de la población negra y mostró los crímenes estadounidenses en la guerra de Vietnam.
En Salvador, el comportamiento autoritario del presidente Nayib Bukele, su estilo demagógico y la posible corrupción generalizada en su gobierno, ponen vigente a este periodismo crítico de las problemáticas sociales, fiscalizador del poder y que -como decía el célebre periodista polaco Ryszard Kapuściński- no es neutral, sino que “toma postura en favor de los derechos, demandas y aspiraciones legítimas de la población”.
Si Bukele irrespeta la separación de poderes y vulnera la institucionalidad, bloquea el acceso a la información y no rinde cuentas, instaura un discurso de odio como relato oficial y no promueve la armonía social…., ¿qué otra actitud podría asumir el periodismo que no sea cuestionar y denunciar las actuaciones impropias de una mandatario que -además- prometió que sería diferente a sus antecesores?
La labor informativa de los medios comunitarios -basada en los principios y objetivos de la comunicación popular- asume radicalmente la función periodística indicada por Gomis, Pulitzer y Kapuściński. Por eso denunciamos las políticas neoliberales de los gobiernos de ARENA, las incoherencias de los “gobiernos de izquierda” y ahora las atropellos de la administración Bukele contra la libertad de expresión, el acceso a la información, la rendición de cuentas y la institucionalidad, que representan graves retrocesos democráticos en el país.
Enhorabuena que ciertos medios tradicionales -que antes no criticaban malas prácticas gubernamentales- ahora lo hagan. Ojalá que eso no sea coyuntural ni responda a posturas políticas o intereses económicos, porque ahora -más que nunca- el país necesita del periodismo verdadero y auténtico que defienda la democracia, denuncie las injusticias y combata a los demagogos, como propuso el precursor del periodismo estadounidense.