La violencia machista contra las mujeres es un problema cultural, social y estructural, cuya solución debería estar entre las prioridades nacionales, porque es un problema de país.
¿Por qué es un problema de país? Porque son violentas la instituciones, sectores y personas que lo integran: es violento el Estado, las empresas, las iglesias, los medios de comunicación, los partidos políticos, las familias y demás ámbitos e instancias de la sociedad donde impera el machismo que impone la supremacía de lo masculino sobre lo femenino y establece relaciones de poder que impiden la participación igualitaria de mujeres y hombres.
Es violenta la Fiscalía, la Policía y los tribunales de justicia que dejan impunes los actos de violencia contra la mujeres, especialmente los feminicidios; es violenta la Asamblea Legislativa que no aprueba la despenalización del aborto y niega a las mujeres el derecho a decidir sobre sus propios cuerpos; y es violento el gobierno que no implementa políticas y no asigna los recursos necesarios para la protección de los derechos las mujeres. Detrás de cada fiscal, policía, juez, diputado, ministro y presidente hay un hombre machista que menosprecia a las mujeres.
Son violentas las iglesias que imponen anquilosados imaginarios machistas, ponen a la mujeres en condición subalterna o rechazan la educación sexual y reproductiva. Bajo la sotana de los curas y la corbata de los pastores evangélicos hay un hombre machista que vulnera a las mujeres.
Son violentos los medios que difunden mensajes sexistas, estereotipos y expresiones que constituyen violencia simbólica contra las mujeres; son violentos los partidos que excluyen a las mujeres de la mayoría de candidaturas; las empresas que pagan menos salario y discriminan a las mujeres. Detrás de cada político, empresario o periodista hay un hombre machista que violenta a las mujeres.
Por tanto, si involucra al país entero, la violencia machista es una problemática nacional relacionada con la cultura, la educación, la seguridad, etc. El hombre machista es causa y consecuencia de la educación machista, la religión machista, la política machista, la cultura machista, la economía machista y de la justicia machista.
Frente a tan gran grave situación se necesita con urgencia una revolución cultural, educativa, religiosa, política y económica orientada a desterrar la perspectiva machista que genera violencia y vulneración de derechos de las mujeres; y esto empieza por escuchar las demandas y exigencias de las mujeres que levantaron nuevamente su voz enérgica, decidida y definitiva en este Día Internacional de la NO Violencia contra las Mujeres.