En el marco de la estrategia electoral del partido Nuevas Ideas (NI), el gobierno ha vuelto a colocar en su narrativa la consigna “devuelvan lo robado”, utilizada en las pasadas elecciones presidenciales y con la que Nayib Bukele derrotó a sus rivales a quienes llamó “los mismos de siempre”.
Detrás de esa corta, fácil y popular consigna, Bukele logró esconder varios hechos que lo vinculan con “la corrupción de los mismos de siempre”. Por ejemplo: su procedencia del FMLN, el partido tradicional que lo llevó a la política y lo puso en la puerta de la Presencia de la República al permitirle competir por la Alcaldía de San Salvador; o su candidatura presidencial con GANA, un partido creado por el ex presidente arenero Antonio Saca, condenado y actualmente preso por corrupción. (Publicaciones de la Revista Factum también revelan que diputados de GANA eran sobornados durante el gobierno de Mauricio Funes).
Exigiendo que sus contrincantes “devolvieran lo robado”, Bukele logró que el electorado pasara desapercibidos sus sospechosos vínculos con el oscuro dirigente efemelenista José Luis Merino y los millonarios financiamientos que (según el semanario digital El Faro) éste le facilitó con dinero de Alba Petróleos; así como la supuesta corrupción del Mercado Cuscatlán y otras irregularidades de su gestión en la comuna capitalina.
Ahora, la frase “devuelvan lo robado” también encubre varios aspectos corruptos del “bukelismo”: la presencia de candidatos (como Wálter Araujo o Wil Salgado) que representan a la política más deplorable, el uso recursos públicos con fines proselitistas, su alianza con GANA y los casos de posible corrupción en el manejo de fondos estatales durante la pandemia del COVID-19.
Que los gobierno anteriores “devuelvan lo robado” es una exigencia legítima, pero dicha por Bukele y compañía se convierte en una demanda hipócrita y demagógica que solo busca desviar la atención de población ante las denuncias periodísticas e investigaciones fiscales sobre la corrupción gubernamental que podría igual o más grave que la de administraciones anteriores.
Los hallazgos de la Fiscalía y de la misma CICIES creada por Bukele apuntan sobre irregularidades en el manejo de varios millones de dólares, principalmente en los ministerios de Salud, Agricultura, Seguridad y Hacienda: compras a sobreprecio, adjudicaciones a familiares de funcionarios, adquisición de productos defectuosos y uso discrecional de recursos aprovechando la emergencia sanitaria.
La consigna “devuelvan lo robado” pregonada por Bukele-NI intenta ocultar la falta de acceso a la información pública, transparencia en el uso de los recursos estatales y de rendición de cuentas a la ciudadanía, por parte de un gobierno que prometió ser distinto a los demás pero que en diecisiete meses de gestión se ha mostrado igual o peor que sus antecesores.
Frente a tan inescrupuloso guión proselitista, la población decente y honrada tiene dos tareas urgentes. Una es recuperar la consigna de que los gobernantes anteriores “devuelvan lo robado” como una legítima demanda ciudadana, que hasta ahora ha sido banalizada y “electoralizada” por Bukele; y la otra es exigir también que el gobierno actual “no robe más”, para no tener que pedirle después que también “devuelva lo robado”.
Para que su discurso anticorrupción fuera creíble, Bukele debería permitir el acceso a la información, transparentar su gestión, establecer mecanismos de rendición de cuentas y “no robar” como robaron sus antecesores, a quienes tanto critica.