El 9 de febrero de 2020 el presidente Nayib Bukele irrumpió en la Asamblea Legislativa acompañado de militares, policías y miembros de su gabinete. El asalto presidencial al Parlamento también tuvo la complicidad de algunos diputados serviles al bukelismo, entre éstos Guillermo Gallegos, de GANA.
El fallido golpe del Ejecutivo contra la Asamblea se dio en el marco de una grave crisis del agua en el Área Metropolitana de San Salvador y una fuerte campaña de Bukele contra la Asamblea por la supuesta negativa de aprobar un préstamo de 109 millones de dólares para financiar el hasta ahora desconocido “Plan Control Territorial”.
Investigaciones periodísticas posteriores confirmaron que el objetivo del mandatario para tomarse el palacio legislativo iba en ambos sentidos: obligar a los diputados a aprobar dicho préstamo y “levantar la imagen gubernamental” gravemente deteriorada por la incapacidad de ANDA para resolver la crisis del agua que afectaba a la población capitalina.
El hecho nunca antes visto (ni siquiera durante la dictadura o la guerra civil) fue condenado nacional e internacionalmente como un atentado contra la independencia de poderes, la institucionalidad y el estado de derecho. A Bukele le salió el “tiro por la culata”, porque evidenció de la manera más clara su perspectiva antidemocrática, su estilo autoritario de gobernar y su irrespeto por la institucionalidad, así como también la burda manipulación política de la Fuerza Armada y la Policía.
Por sus graves implicaciones para la democracia, el asalto presidencial contra el Parlamento no debe pasar desapercibido. La ciudadanía democrática debe manifestarse por todos los medios posibles, denunciándolo como un intento de golpe y como la mayor expresión del autoritarismo de Bukele.
El 9F debería ser la conmemoración fundante de un movimiento cívico por la democracia, que demande respeto a la libertad de expresión e información, a los derechos humanos y a las reglas democráticas. Un movimiento que ponga freno al delirio autoritario de un gobernante que pretende enquistarse en el poder y perpetuar un proyecto antidemocrático, populista, demagógico y neoliberal.
Desde este espacio editorial instamos a todas la organizaciones y movimientos sociales, y a toda la población con perspectiva democrática, a no pasar desapercibido el 9F, denunciar al autoritarismo y pronunciarse por la paz, los derechos humanos y la democracia.