En respuesta a las críticas ciudadanas por la inacción gubernamental frente al incremento del costo de la vida, ahora agravado por la situación política y energética internacional, el presidente Nayib Bukele anunció la semana pasada en cadena de radio y televisión varias medidas para reducir el precio de los combustibles y algunos productos básicos.
Entre las medidas más relevantes están suspender temporalmente algunos impuestos a los combustibles y eliminar aranceles a la importación de productos básicos. Según Bukele, con la primera medida el galón de gasolina bajará 25 centavos y la segunda disminuirá el precio de los alimentos.
Dichas medidas son -a primera vista- positivas. Sin embargo, una revisión más a fondo muestra que son tardías, insuficientes y demagógicas.
Son tardías porque el alto costo de la vida no es un problema de las últimas semanas o meses, sino desde el inicio de la administración Bukele. El aumento de los precios de los alimentos y otros productos venía desde mucho antes de la invasión de Rusia a Ucrania, pero el gobierno no tomó acciones más allá de las ineficaces “verificaciones” de la Defensoría del Consumidor.
Pero aun frente a la crisis provocada por la guerra en el este de Europa, otros mandatarios de la región tomaron acciones antes que el gobernante salvadoreño.
Son insuficientes por temporales y porque no abordan estructuralmente el problema vinculado a los bajos salarios, el esquema tributario regresivo donde “pagan más los que menos tienen” y la desregulación de precios de productos básicos. Si Bukele de verdad quisiera impactar anunciaría un aumento salarial acorde al costo de la vida, una reforma fiscal progresiva “donde paguen más quienes tienen más”, eliminación o reducción del IVA a los alimentos y otros productos básico y controles de precios a bienes y servicios esenciales.
En redes sociales la gente también reclama con toda razón la falta de anuncios sobre reducir gastos públicos innecesarios en propaganda, lobistas, compra de bitcoins, etc. Ahorrando estos gastos, Bukele podría -por ejemplo- pagar las pensiones atrasadas a los adultos mayores y establecer subsidios para otros sectores vulnerables.
Y son demagógicas porque sólo buscan un efecto mediático que haga creer que el gobierno actúa y defiende los derechos de la gente, pero no tienen un impacto real. Es posible que después del pomposo anuncio presidencial la población seguirá comprando igual o más caro el combustible, la comida y las medicinas.
El anuncio fue un golpe propagandístico, como lo es también el espectáculo montado alrededor del transportista Catalino Miranda. ¿O acaso Bukele hará lo mismo con empresarios oligarcas que también suben precios? ¿Se imaginan a policías capturando a Carlos Calleja y militares interviniendo Súper Selectos por subir los precios? ¿O a Roberto Kriete por encarecer descaradamente los boletos aéreos de AVIANCA?…
Ojalá más temprano que tarde la población sea consciente de estas falacias propagandísticas y exija soluciones reales a los problemas que le afectan.