Es necesario, conveniente y deseable que haya segunda vuelta en las elecciones presidenciales. No estarán de acuerdo los que quieren ganar en la primera o quienes abogan por evitar el costo adicional de repetir las elecciones, argumento que es válido pero no esencial en este caso.
Desde una perspectiva de país, es válido aspirar a una segunda ronda electoral para discutir en serio un plan de nación básico, una especie de mínimun vital -como diría Alberto Masferrer- orientado a atender en forma pertinente y realista los problemas del país: pobreza, violencia, contaminación ambiental, corrupción y demás problemas que afectan a la población.
Más allá de construir aeropuertos e instalar trenes, eliminar impuestos telefónicos, entregar monetariamente subsidios y otras promesas irrealizables e irresponsables, es imprescindible un debate franco y comprometidosobre finanzas públicas, agua y saneamiento, seguridad ciudadana y otros temas de interés nacional.
Debe haber segunda vuelta porque el candidato presidencial que -según todas las encuestas publicadas- tiene las mayores posibilidades de ganas las elecciones no quiso debatir, no hizo alianzas y no buscó acuerdosmultisectoriales.
Nayib Bukele se benefició del descontento popular con ARENA y el FMLN, se limitó a hacer monólogos y presentó un plan acertado en algunos temas, discutible en otros y muy dudoso en relación a aspectos como las fuentes de financiamiento o la correlación legislativa necesaria. En una segunda vuelta, si resulta ganador en la primera, el candidato de GANA estaría obligado a debatir, pactar compromisos serios y establecer alianzas.
Repetir las elecciones no sería un costo, si es para generar posibilidad de construir un hoja de ruta para que el país no revierta logros, corrija errores y avance en la generación de mejores condiciones de vida para la gente. La segunda vuelta sería una oportunidad de un gran diálogo nacional para evitar el regreso al pasado con ARENA o que la posible llegada de Bukele no represente un “salto al vacío”.
En ese eventual escenario, las organizaciones progresistas, sectores democráticos y toda la población decentedeben plantearse firmes con la exigencia de continuar los programas sociales, combatir la evasión tributaria y aplicar una política fiscal donde “paguen más quienes tienen más”, la gestión pública del agua y la protección de los bienes hídricos, la renacionalización del sistema de pensiones y demás demandas ciudadanas urgentes.
Ojalá que así sea.