El presidente Nayib Bukele cumplió su primer mes al frente del Poder Ejecutivo este 1o de julio. Y el momento es propicio para expresar algunas valoraciones, mencionando aspectos relevantes de fondo y de forma de un gobierno que durante la campaña electoral prometió que “no sería más de lo mismo”.
En este breve espacio editorial nos referimos por ahora, debido al poco tiempo, únicamente a tres aspectos relevantes: integración del gabinete, políticas públicas y estilo de gobierno. En próximos editoriales iremos profundizando estos temas y abordando otros igualmente relevantes.
Con respecto al gabinete, éste se ha formado mayoritariamente por hombres, con lo cual Bukele incumple su promesa del gabinete paritario, es decir, igual cantidad de mujeres y de hombres. Estos hombres provienen, básicamente, del círculo de allegados presidencial (familiares, amigos y empleados o socios de sus empresas, muchos sin experiencia política en la gestión pública), otros son miembros del partido GANA (entre ellos tres diputados) y algunos fueron funcionarios del gobierno anterior (ministro de Hacienda y presidente de la Defensoría del Consumidor).
Por el poco tiempo en el cargo, todavía es aventurado opinar sobre la idoneidad de dichos funcionarios, pues esto sólo se constará en la práctica. Además, es de notar que el gabinete aún no está completo, ya que falta nombrar titulares en algunos viceministerios, entidades autónomas, gobernaciones y direcciones departamentales de ministerios.
En relación a las políticas públicas, algunas ya están bastante definidas, entre éstas la política exterior y la estrategia de seguridad pública. La primera, aunque mantiene el vínculo con China, su prioridad es Estados Unidos, en una relación más sometimiento que de respeto mutuo: se evidencia con la falta de una postura contundente a favor de los migrantes y el silencio gubernamental ante la política anti-inmigrante, xenófoba y racista del presidente estadounidense Donald Trump.
Y en materia de seguridad, el despliegue masivo de policías y militares confirma la continuidad de la lógica represiva de los gobiernos anteriores. Esta perspectiva tiene serios límites, pues no incorpora la integralidad de las políticas de seguridad (represión del delito, prevención de la violencia, rehabilitación y reinserción de delincuentes, y atención a víctimas de la violencia) y deja de lado las causas estructurales de la violencia relacionadas con la impunidad, la exclusión, marginación, etc.
Otras políticas no están claramente determinadas. Una muy importante es la fiscal-tributaria: todavía no sabemos si será el ajuste neoliberal contra los sectores populares y capas medias (eliminación de subsidios a las familias, desmantelamiento de programas sociales y aumento del IVA) o será el combate frontal contra la evasión tributaria de las grandes empresas y la reforma fiscal progresiva “donde paguen más quienes tienen más”.
De igual forma, la política de sustentabilidad ambiental, más allá de una campaña de limpieza de los ríos, aún no se perciben estrategias articuladas para la reducción del grave deterioro ambiental ni los criterios ecológicos en la atracción de inversiones.
Y sobre el estilo de gobierno, Bukele muestra un fuerte liderazgo y una conducción presidencial que contrasta con la forma parca, inerte y “sin voz de mando” del ex presidente Sánchez Cerén. Nayib es un gobernante omnipresente, sigue siendo rey de redes sociales y “golpea mediáticamente” con hechos positivos de extraordinaria carga simbólica, como fue quitar el nombre de Domingo Monterrosa del cuartel de la Tercera Brigada y recibir en Casa Presidencial a los familiares de las víctimas de la masacre de El Mozote (aunque ha nombrado como viceministro de Defensa a un ex abogado de militares involucrados en ese crimen de lesa humanidad).
Por el bien del país es esperable y deseable que el Presidente Bukele cumpla sus promesas y aproveche su enorme respaldo social para entrarle en serio a los problemas estructurales derivados del modelo neoliberal impuesto por los gobiernos de ARENA y continuado durante las administraciones del FMLN. Ojalá que toda la población decente, honrada, democrática y trabajadora se lo exija. Por nuestras parte -y desde la clave crítica y propositiva de este espacio editorial- reconoceremos los aciertos del nuevo gobierno y también señalaremos sus desaciertos, teniendo siempre como criterio los derechos y aspiraciones de la gente, la necesidad de cambios estructurales y la urgencia de construir un país realmente democrático, transparente, pacífico, justo, incluyente, equitativo y sustentable.
Excelente analisis.
Importante dar seguimiento al quehacer politico del nuevo gobierno y confrontarlo con la retorica.
Es una forma sencilla de saber para quien gobierna.
Sugiero dar seguimiento al tema del coronel Monterrosa.
Se quito el nombre, pero los escudos con su nombre siguen en pie.