Foto: Studi78
Monseñor Oscar Arnulfo Romero. Fue reconocido como Beato de la iglesia católica; el primero de tierra salvadoreña. El 14 de octubre será canonizado en Roma por el Papa Francisco, luego de que el Vaticano lo reconociera como mártir por odio a la fe y comprobara un milagro que atribuyen a su intercesión.
Ese es el proceso establecido por las autoridades de la iglesia, pero para el Pueblo que sigue su legado, Romero fue reconocido como profeta y Santo el día en que escuadrones de la muerte (por orden del Mayor Roberto d´Aubuisson, según el informe de la Comisión de la Verdad) lo asesinaron: el 24 de marzo de 1980.
Jaime García, es parte de ese “sufrido pueblo” por el que alzó su voz. Él afirma que el mensaje de Romero sigue vigente.
García es miembro de la Concertación Monseñor Romero y agradece a las autoridades de la iglesia católica la canonización de su líder espiritual; sin embargo, le inquieta que al obispo mártir lo reduzcan a un Santo de plegarias y pierdan de vista su lucha por la justicia social.
Este líder social no olvida que el asesinato de Romero sigue impune. De hecho, junto a la Asociación de Derechos Humanos Tutela Legal Dra. María Julia Hernández han reabierto el caso en los tribunales, y esperan que se procese a financistas y autores intelectuales y materiales del crimen, que se escudaron en la Ley de Amnistía, ahora inaplicable.
Más allá de reconocerlo como Santo, García pide a la iglesia que accione para procurar justicia para Romero.
Óscar Arnulfo Romero es recordado en universidades, comunidades, la iglesia popular y organizaciones sociales del país y del mundo como un defensor de Derechos Humanos. La Organización de las Naciones Unidas declaró el 24 de marzo, fecha de su martirio, como Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de Derechos Humanos.
Es Romero, el símbolo de la dignidad de las víctimas de la guerra de la que fue testigo este país.
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