Por eso el “llamado al diálogo” que ayer hicieron dirigentes y diputados areneros, encabezados por el patético presidente del COENA, es un insulto a la inteligencia colectiva o – visto desde un lado amable – sería un chiste de mal gusto.
Tras los fingidos gestos de preocupación por el inminente impago previsional, a los cínicos personeros del partido oligárquico se les dibujaba una sonrisa de satisfacción por la eficacia de su estrategia de asfixia contra el Ejecutivo, que no sólo impide pagar pensiones, sino que también afecta los planes de seguridad, programas sociales, inversión en infraestructura, compromisos de deuda, etc.
El descaro de los areneros es tal que acusan al gobierno y al FMLN de negarse a dialogar, cuando son ellos los renuentes al diálogo y la concertación. De parte del gobierno más bien hay exceso de diálogo, que ha resultado inútil por la falta de voluntad política de la oposición oligárquica.
Tanta es la desverguenza, que ARENA ahora pide un mediador internacional para el diálogo. ¿Acaso no fue la cúpula arenera la que boicoteó la facilitación de Benito Andión, el enviado especial de la ONU para gestionar nuevos acuerdos de país en el marco del 25 aniversario de los Acuerdos de Paz?
ARENA está deseando y esperando el impago, porque apuesta por un costo político-electoral para la izquierda gobernante y un reposicionamiento de la agenda neoliberal como respuesta a la crisis.
Por tanto, el gobierno debe hacer su máximo esfuerzo por evitar el impago y las organizaciones progresistas plantear con fuerza la agenda antineoliberal, las propuestas de cambios estructurales y la perspectiva contra hegemónica.
La salida a la crisis fiscal no debe ser más ajuste neoliberal (incremento del IVA, eliminación de subsidios, reducción del “gasto” público), sino en sentido contrario: reforma tributaria progresiva, sistema público de pensiones, desprivatización, desdolarización.
Por eso, la respuesta (del gobierno, partido y movimiento popular) al fingido llamado de ARENA al diálogo debe ser presión y movilización, para obligarlos a aprobar una reforma previsional integral (desprivatizadora y pública) y renunciar a su perversa estrategia de bloqueo financiero contra el gobierno, que al final es contra la población y contra el país.