Cuando se incrementó el salario mínimo, con los votos de los representantes gubernamentales y sindicales del Consejo Nacional del Salario Mínimo (CNSM), la gremial empresarial montó una falaz campaña política-mediática contra dicha medida.
Luis Cardenal y demás representantes de la ANEP advertían que las empresas quebrarían o haría despidos masivos de trabajadores, porque no soportarían el costo del incremento. Incluso, el flamante ministro de Economía, Tarsis Salomón, secundó este discurso mentiroso, contradiciendo al Ministerio de Trabajo y al propio Presidente de la República.
Finalmente, los personeros empresariales recurrieron a sus amigotes de la Sala Constitucional para revertir el aumento salarial, pero los magistrados calcularon bien políticamente y no se atrevieron a tomar tan impopular decisión. Vale recordar que las encuestas mostraban más del 90% de apoyo al incremento salarial, y la Iglesia Católica, el Sistema de Naciones Unidas y otros instancias también apoyaban.
Ayer, la ministra de Trabajo y Previsión Social, Sandra Guevara, informó que no hubo despidos de trabajadores como consecuencia del aumento al salario mínimo; y el presidente del Banco Central de Reserva (BCR), Óscar Cabrera, reportó que las empresas subieron sus ganancias en 1,300 millones de dólares debido al incremento salarial.
Según el BCR, el aumento de las ganancias empresariales este año (8.7% más que en 2016) se debe al mayor poder adquisitivo o capacidad de compra de los trabajadores y trabajadoras que recibieron el incremento salarial. Por cierto, estos informes del MITRAB y del BCR han sido invisibilizados por los medios hegemónicos que difundieron el falaz y cínico discurso de la ANEP contra el aumento salarial.
Así, pues, el discurso de la ANEP sobre las consecuencias negativas de aumentar el salario mínimo queda – ahora – como una mentira evidenciada: los voceros del gremio empresarial arenero merecen el anti – premio por más cínicos, hipócritas e inescrupulosos. Hay que dárselos.