Una de las demostraciones más anecdóticas fue la del ex presidente Francisco Flores, quien declaró que “el mayor honor de su vida” fue el que el entonces presidente estadounidense George Bush lo llamara “su amigo”. Esto fue en 2001, cuando el gobernante norteamericano vino al país a promover el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Centroamérica y República Dominicana.
Bush es de los llamados “halcones”, una facción guerrerista integrada también por su vicepresidene Dick Cheney, su secretario de Defensa Donald Rumsfeld, el subjefe del Pentágono Paúl Wolfowitz, su asesora de Seguridad Nacional Condolezza Rice y otros de sus funcionarios.
En la era de Donald Trump y su pandilla de racistas, xenófobos y fundamentalistas de extrema derecha, la simpatía de altos personeros de ARENA es también evidente. Durante la campaña, varios dirigentes y funcionarios areneros expresaron su deseo de que el electo fuera quien ahora ha decretado la expulsión de miles de compatriotas.
Pero la confirmación más contundente es la de Rafael “Lito” Montalvo, fundador y precandidato de ARENA. Para quien es comprensible que Trump no quiera que entre “toda esa mafia de gente a Estados Unidos”.
“Por supuesto que estoy de acuerdo con Donald Trump”, respondió Montalvo en una entrevista televisiva, en diciembre pasado. Trump “es nacionalista, es arenero”, expresó, ante un sorprendido entrevistador. “Es arenero, aquí pegaría bien como arenero; a algunos no les gusta que lo diga, pero es la verdad”, reiteró con franqueza y conciente de lo políticamente incorrecto de sus palabras.
Por eso es necesario que toda la población, que condena la política antiinmigrante de Trump y sus insultos contra el país, condene también los vínculos y afinidades de la derecha oligárquica que – prácticamente – justifica los vejámenes y oprobios del gobernante estadounidense.
Tan despreciable es Trump, como lo son también Montalvo y demás miembros de la derecha partidaria, empresarial y mediática salvadoreña que simpatizan con él.