ARENA, GANA, PCN y PDC olvidan que la concentración de la propiedad de la tierra en manos de pocos oligarcas y la falta de acceso para miles de campesinos, fue causa original de las desigualdades que provocaron la rebelión indígena de 1932 y la guerra civil de los años ochenta.
Catorce familias agroexportadoras, principalmente cafetaleras, concentraron históricamente las tierras fértiles. Dueñas, Guirola, Sol, Regalado, Salaverría, Álvarez, Borgonovo, Samayoa, Cristiani, Gianmattei y otras familias pudientes se apropiaron de la mayor parte de las tierras del país, tras la anulación de las tierras ejidales y comunales en 1886.
Los Dueñas se apropiaron de 32,520 manzanas, Guirola 28,402 manzanas, Sol 15,380 manzanas y Daglio 11,411 manzanas.
Esta espeluznante concentración de la tierra se redujo con la reforma agraria realizada en 1980, proceso que – a pesar de su carácter contrainsurgente – repartió tierras a campesinos pobres y convirtió en propietarios a colonos que trabajaban tierras de grandes terratenientes, a través de la Financiera Nacional de Tierras Agrícolas (FINATA).
Luego, el programa de transferencia de tierras a ex combatientes de la Fuerza Armada y del FMLN, a través del Instituto de Transformación Agraria (ISTA), tras la firma de los Acuerdos de Paz, amplió el acceso a la tierra. Este proceso continuó durante los últimos dos gobiernos, que extendieron títulos de propiedad a miles de personas.
Todo esto podría revertirse porque la derecha parlamentaria pretende modificar el Artículo 105 de la Constitución que establece 245 hectáreas como límite de tierra para una misma persona, y eliminar el Artículo 267 que autoriza la expropiación en caso de sobrepasar dicho límite. Es el retorno de las “14 familias”.
Con su prepotencia y torpeza política, ARENA y compañía están propiciando la reedición de conflictos del pasado. La derecha pretende aprobar esta semana la espuria y retrógrada reforma, para ratificarla en la nueva legislatura.
El país no debe permitirlo.