La forma en que les expliquemos a los niños/as lo que sucede y cómo actuemos frente a la situación de emergencia es determinante para su salud mental.
Artículo de Tatiana Roca (Psicóloga)/ Ilustración: Freepik
La mayoría de veces creemos que nuestros hijos/as no entienden lo que está ocurriendo frente a algunas situaciones que vivimos los adultos, y los que nos estamos equivocando somos precisamente nosotros, los mayores. Nuestros niños/as siempre tienen una explicación sobre lo que acontece y es nuestra responsabilidad que puedan entenderlo de la mejor manera.
La forma en que les expliquemos a los niños/as lo que sucede y cómo actuemos frente a la situación de emergencia es determinante para su salud mental. Aquí encontrarás algunas recomendaciones para favorecer el afrontamiento de la crisis de los más pequeños de casa:
- No te alarmes, ni alarmes
Toma las precauciones y recomendaciones debidas, pero no te alarmes demasiado, recuerda que el miedo puede bajar tus defensas y necesitas estar fuerte para ti y tu familia. Los niños/as afrontarán la situación como tú lo haces, aunque no lo notes, siempre están aprendiendo de ti.
- Explícale lo que sucede
No asumas que el niño sabe lo que está ocurriendo porque te escucha hablar con otros adultos, o porque le permites ver las noticias contigo. Puedes echar mano de un cuento inventado o con palabras sencillas explicarle las razones por las que no puede ir a la escuela, o ver a sus amiguitos (Te dejo un ejemplo al final del documento).
- Pregúntale cómo se siente frente a lo que está ocurriendo
Para los niños/as expresar los sentimientos es igual o más importante que para ti, resulta liberador y los hace sentirse comprendidos e importantes para sus padres y encargados. Puedes apoyarte de una hoja de papel y colores y pedirle que dibuje cómo se siente y dejarlo que use los colores para expresarse. Pero no basta solo con que exprese, hazle saber que estarás ahí para cuidarle y que todo estará mejor en un tiempo.
- Genera conciencia de cuidados sin preocuparlos
Resulta innecesario hablarles a los niños/as sobre muertes, casos y hospitales. Explícales las medidas que deben tomar para evitar enfermarse y protegerse.
- Dedícales tiempo
La excusa por excelencia de los adultos suele ser la falta de tiempo para compartir con sus hijos/as. Es cierto que algunos padres aún se encentran laborando ya sea fuera o dentro de su hogar, pero tomar 30 minutos o una hora para darle la oportunidad de expresarse y divertirse no afectará tu vida; al contrario la enriquecerá, tu hijo/a estará mejor y te ayudas a ti mismo/a a liberar tensión. Aprovecha este tiempo, y enseña algunos juegos antiguos y fáciles de acuerdo a su edad, como: “bachillerato stop”, “tripa chuca”, “esconde el anillo”, “mimos”. Solo debes recordar unos años atrás y sabrás como divertirte con ellos/as.
«El escudo protector contra el rey virus«
Había una vez un rey muy apestoso, que le llamaban “virus” que vivía escondido en un lugar lejano, este rey tenía muchas ganas de agrandar su reino.
Entonces un día su subió a un avión y viaja de lugar en lugar y cada vez que llegaba a un lugar empezaba a apestar a la gente de todo el mundo.
Por suerte estaban los doctores que cuidaban mucho a los que se enfermaban por él.
Cuando una persona se enfermaba, le pedían que se quedará en su casita, rodeado con mucho amor y con toda su familia, hasta que se sintiera mejor. Esa era la forma de que no contagiará a los demás.
Un día para poder vencer al rey virus, decidieron cerrar las guarderías y escuelas, para que el rey virus no los encontrará.
Entonces, surgió una idea superpoderosa para poder ayudar a vencer al rey malo: El escudo protector.
En sus casas, los niños debían lavar bien sus manitas con agua y jabón, y usar alcohol gel si lo tenían. Tambien tapar su boquita al toser. Esto les ayudaría a que el rey no los encontrará, porque no le gustaba el olor a limpio.
Fue así, como los niños lograron alejar al res virus y pudieron seguir jugando juntos en sus escuelas.
Si queremos activar el escudo protector, podemos empezar a practicar en casa.
*Cuento publicado en Salud Mental Perinatal