Un 22 de abril de 1970 fue conmemorado el primer día mundial de la tierra. A 50 años de este hecho, la Unidad Ecológica Salvadoreña, UNES, ve con preocupación los impactos que la emergencia por COVID-19 dejará en la población, sobre todo en las comunidades más pobres, y que se sumarán a los problemas ambientales ya existentes.
Por Krissia Girón / Foto: Kevin Guzmán
Carolina Amaya, representante de la UNES, expresó que la crisis causada por la pandemia de COVID-19, desnuda las brechas sociales, económicas y ambientales de una sociedad excluida de los bienes que produce la naturaleza y de los que produce el capital financiero.
Amaya considera que la falta de acciones frente al cambio climático, la degradación ambiental, el uso de agroquímicos, entre otros, convierte estas problemáticas en pandemias eternas, históricas y olvidadas por el Estado.
“Es cierto que tenemos que aplanar la curva del COVID-19, pero también necesitamos aplanar la curva del cambio climático, la curva de la contaminación del agua y la curva del uso intensivo de los agrotóxicos”, sentenció.
Para el presidente de la UNES, Mauricio Sermeño, es importante que el Estado no se olvide de la protección de los bienes naturales en medio de la pandemia. Señala que ante medidas como la cuarentena, “la gente que históricamente le ha dado vigilancia y protección a los bienes ambientales y ecosistemas no ha podido hacerlo”.
“Por lo que la gran industria, que no está en cuarentena, se ha dado a la tarea de seguir deforestando, usando ilegalmente el agua para riego, en estos días donde hay escasez porque no ha llovido; vierten agrotóxicos en el suelo y en la misma agua para las comunidades, afectando con todas estas acciones sus medios de vida”, afirmó.
“Sabemos las violaciones que están haciendo especialmente en el área agrícola, y a veces los mismos ministerios están haciendo esto, degradando estos bienes ambientales de los que dependen cientos y miles de familias”, agregó
La UNES demandó al Estado una Ley de Seguridad y Soberanía alimentaria, que retome en su desarrollo, la protección a las semillas nativas, la distribución de la tenencia de la tierra con el acceso de las mujeres a esos bienes y el fomento intensivo de la agroecología.
También exigió la prohibición de los agrotóxicos más dañinos y desarrollar políticas públicas que apoyen la agricultura agroecológica familiar campesina, dando énfasis a las mujeres rurales en el desarrollo de la misma.
Sermeño consideró que las comunidades también deben hacer su parte. “Debemos hacer cosas desde el hogar: huertos caseros, macetas, artesanías ecológicas que permitan medios de subsistencia para la población. El gobierno debe incentivar estos programas para que sean más permanentes”, añadió.
Datos recolectados por la UNES reflejan que El Salvador importa el 93% de las hortalizas que comemos, 66% de granos básicos y el 55% de las frutas frescas. Además, afirman que el 49.4% de los hogares salvadoreños se encuentran en una situación de inseguridad alimentaria de leve a severa.
En este contexto, la UNES realizará un seminario web sobre los impactos de los agroquímicos y alternativas desde la soberanía alimentaria, donde buscan profundizar acerca de alternativas que también protejan los bienes naturales.