La Coordinadora Latinoamericana y del Caribe de Pequeños(as) Productores(as) y Trabajadores(as) de Comercio Justo (CLAC) considera preocupante el escenario en el que la pandemia de COVID-19 podría colocar a la agricultura familiar. Exhortaron a los Estados a poner especial atención a los efectos que también el cambio climático puede ocasionar e implementar acciones en favor de este sector.
Por: Krissia Girón/ Foto (Referencia)/ Alain Compost / WWF
Las y los pequeños productores enfrentan, hoy por hoy, los impactos de dos crisis mundiales: la generada por la pandemia de la COVID-19 y el cambio climático. Esto, según representantes de la Coordinadora Latinoamericana y del Caribe de Pequeños(as) Productores(as) y Trabajadores(as) de Comercio Justo (CLAC), tiene graves consecuencias en la producción agrícola, debido a que podría incrementar los costos de producción y generar cuantiosas pérdidas paraeste sector.
“Los impactos del cambio climático van desde el derretimiento de los glaciales andinos a devastadoras inundaciones y sequías. Mientras, la pandemia de COVID-19 está afectando fuertemente a la región y tendrá un impacto severo en la economía, que podría contraerse en un promedio de -9.1% del PIB en los próximos meses, según proyecciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)”, afirman en su comunicado.
Para la CLAC, el mayor impacto lo tendrán quienes se dedican a la agricultura familiar debido a que tradicionalmente este sector tiene bajo acceso a tecnologías, recursos monetarios e información.
“La recuperación económica de América Latina podría significar riesgos y retrocesos en el avance de las medidas de protección ambiental, pues podrían implementarse reformas de ajuste estructural, como ha recomendado el Banco Mundial, incluyendo la eliminación de ‘regulaciones ambientales excesivas, subsidios y regímenes de licencias’, entre otros”, señalaron.
Por ello, ven con preocupación la falta de enfoques de sostenibilidad ambiental en las medidas implementadas por los gobiernos en las etapas de reactivación económica. Aseguraron que “solo una naturaleza sana puede ayudarnos a evitar que la humanidad este expuesta a ‘recurrentes’ episodios similares al COVID-19”.
A la situación y consecuencias de la pandemia, dicen, se suman los impactos producidos por el cambio climático lo que, consideran, coloca a la naturaleza y la humanidad en mayor desprotección.
Frente a este contexto, la CLAC propone 9 acciones a los gobiernos que van desde considerar el rol clave de la agricultura familiar en la mitigación y adaptación al cambio climático, hasta profundizar las medidas de cuidado al medio ambiente y fortalecer las capacidades de resiliencia de las poblaciones y de los pequeños(as) productores(as) en la región.
Señalaron que también, a raíz de la pandemia, aumentaron los costos de producción agrícola, ya que en esta se deben incluir medidas de bioseguridad. “Implementar los protocolos es algo costoso, lograr tener distancia física requiere hacer más turnos, que las personas mayores de 60 años o con alta vulnerabilidad no trabajen pero se les sigua pagando un salario”, son algunos de los aspectos que representan los incrementos, dijo Xiomara Paredes, directora ejecutiva de CLAC.
Concluyeron que “ahora el desafío para las organizaciones de pequeñas y pequeños productores y trabajadores/as miembros de CLAC es conciliar las demandas del mercado y el crecimiento económico con la necesidad de gestionar los recursos naturales de forma sostenible”.