Dichos resultados dan como ganador al actual presidente Juan Orlando Hernández (JOH), del ultra derechista Partido Nacional, a pesar de las generalizadas protestas populares, los recursos legales interpuestos por el candidato opositor Salvador Nasralla y del llamado a nuevas elecciones que hiciera la Organización de Estados Americanos (OEA).
El Ejecutivo también promete “coordinar con las autoridades hondureñas” los esfuerzos de integración y llama al diálogo para resolver los conflictos.
Si “tomar nota” significa aceptar o reconocer los resultados emitidos por el ente electoral hondureño, el gobierno de Salvador Sánchez Cerén debe rectificar. El presidente debe ser consecuente con la postura dada en la última reunión del SICA donde pidió “respeto a la voluntad popular” en el país vecino o – al menos – respaldar la moción de la OEA sobre nuevas elecciones.
Pero si “tomar nota” no es avalar el fraude ni reconocer a JOH, Sánchez Cerén debe aclararlo. Como “gobierno de izquierda” debe expresar vocación democrática y repudiar reelecciones inconstitucionales, fraudes electorales y represión contra pueblos que exigen respeto a su voluntad en las urnas.
Recientemente el gobierno anunció que no seguirá a Estados Unidos en el traslado de la embajada en Israel a Jerusalem. Esa misma postura digna y soberana debe plantear sobre la situación hondureña: que el Departamento de Estado gringo “haya tomado nota” de esos espurios los resultados electorales, no obliga a El Salvador a “tomar nota” también.
Las organizaciones revolucionaras, progresistas y democráticas del país deben exigir que Sánchez Cerén respalde la democracia en Honduras, como parte de su solidaridad y apoyo a la lucha del pueblo hondureño para revertir el fraude.
Honduras merece un gobierno democrático, incluyente, transparente y representativo de todos los sectores de la sociedad, no la dictadura oligárquica y de las corporaciones transnacionales presidida por JOH. Ésa debe ser la apuesta de todos los pueblos y gobiernos democráticos de la región.