El fraude comenzó mucho antes que los serviles magistrados electorales manipularan tan burdamente el conteo de votos, cuando la Sala Constitucional (nombrada cuando JOH presidía el Congreso) autorizó la reelección del dictadorzuelo a pesar de la prohibición constitucional.
Vale recordar que el golpe de Estado contra el ex presidente Manuel Zelaya fue porque éste proponía colocar una cuarta urna no vinculante para consultar al electorado sobre reformar la Constitución para permitir la reelección.
El fraude de JOH era, pues, esperable. Lo que no estaba previsto era que, ante la sorpresiva victoria de la oposición, la estrategia fraudulenta se complicara y la derecha gobernante recurriera a la represión. El triunfo del candidato de la Alianza de Oposición contra la Dictadura, Salvador Nasralla, desconcertó a los responsables del fraude.
Frente a esto JOH y compañía recurrieron a la censura, represión y estado de sitio que tienen al país vecino en incertidumbre. Tal situación demanda el respaldo y solidaridad de la comunidad internacional democrática: los pueblos y gobiernos democráticos deben exigir que Tribunal respete la decisión de la mayoría del electorado, los militares y policías cesen la represión y que el gobierno acepte los resultados.
Honduras necesita y merece un gobierno democrático, plural y representativo de todos los sectores de la sociedad. Esa es la apuesta de la coalición opositora, pero las élites oligárquicas que presentan JOH y sus lacayos no quieren ceder.
Por eso desde este espacio editorial apoyamos al pueblo del hermano país y le animamos a mantener su resistencia pacífica hasta revertir el vergonzosos fraude electoral. En este sentido, también pedimos al gobierno de El Salvador pronunciarse por el respeto a la voluntad popular, por la paz y contra el fraude en Honduras.