Rosa Chávez es el más representativo seguidor del legado de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, Arzobispo Mártir a quien pronto el Vaticano declarará Santo. Por eso lo primero que hizo al enterarse de la noticia de su designación, fue dedicarla a Romero.
Por comulgar con el ideario romeriano de justicia e igualdad, Rosa Chávez fue despreciado por los antecesores de Francisco (Juan Pablo II y Benedicto XVI); pero hoy el papa argentino lo reivindica por lo más alto.
A pesar de ser “obispo auxiliar”, Chávez ha estado siempre en primera línea acompañando al pueblo y aportando a la búsqueda de solución a los problemas del país desde su misión pastoral. Así, por ejemplo, tuvo un papel clave en las negociaciones de paz entre el gobierno y la guerrilla auspiciadas por la Iglesia Católica.
Rosa Chávez es “conciencia crítica” del país y su mensaje de esperanza contribuye a que este sufrido pueblo se mantenga de pie. Frente a otros jerarcas católicos que durante y después del arzobispado de Romero se fueron al lado de los poderosos, él optó siempre por los humildes y desposeídos.
Su nombramiento sucede en la víspera de la canonización de Monseñor Romero y en pleno proceso de beatificación de Rutilio Grande. !Qué gesto más certero, bondadoso y amoroso del Papa Francisco para el país!
En la situación de desigualdad, impunidad y violencia que sufre el país, la designación de Rosa Chávez es señal de esperanza y un llamado de atención que todos los actores políticos deben acatar, sobre todo los sectores oligárquicos que se aferran a sus privilegios y socan aún más los anillos en vez de quitárselos.
Ante la canonización de Romero, la beatificación de Rutilio y el nombramiento cardenalicio de Rosa Chávez, deberían convertirse los empresarios que evaden impuestos, diputados que bloquean el financiamiento de proyectos estatales de beneficio popular y magistrados que abusan de su poder.
Se necesita la conversión de todos, dejando el odio, la avaricia y el individualismo. El país debe regirse por el amor al prójimo, la solidaridad y el compromiso cristiano por la justicia, la igualdad y el cuido del medioambiente.
Y la justicia e igualdad pasan por cambios estructurales, fundamentalmente en el modelo económico neoliberal vigente que excluye, margina, discrimina y mata. La lucha por empleos y salarios dignos, la justicia tributaria y otros mecanismos de redistribución de la riqueza, deberían ser la prioridad.